miércoles, 21 de agosto de 2013

Inicios del jazz en España (II) : la 'Nueva Orleans' del Mediterráneo


Av. Reina María Cristina. Colección Roisin / IEFC

 [Texto publicado en JOT DOWN en septiembre de 2013]
"Corría el champán a raudales. Los diamantes podían recogerse a espuertas. Se respiraba un raro ambiente impregnado de selectos y costosos perfumes. Toda la ciudad era una mujer hermosa, refinada, perversa, espiritual, elegantísima", Josep María de Sagarra, novelista, Vida Privada
Una cantante sale del cabaret con aire altivo, despechado. Acaba de hacer su último número, ligerita de ropa, como siempre. Ha roto con su chulo. No quiere seguir posando desnuda para esas postales de contrabando que se extienden como la pólvora por toda la ciudad. Baja por la calle, bulliciosa, llena de ruido y gentío. Se topa con un constante ir y venir de hombres trajeados, con sus majestuosos sombreros y sus zapatos refulgentes, también algunos obreros y marineros que van en busca de acción. Hay alguna mujer, aunque no es lo habitual, no son horas ya para señoritas decentes. Las luces de la avenida principal, con sus teatros y salas de fiesta, la ciegan. Anuncian los mejores espectáculos del mundo, las chicas más bellas, las orquestas más increíbles, los bailes más deslumbrantes. Ella no está para muchos ajetreos, ha bebido más de la cuenta y aún queda mucha noche. Un par de locales más abajo, su taberna favorita, donde va todas las noches a jugar y apostar. Allí pide otra botella de champán francés, del caro, que intercala con un cognac. Con un poco de suerte también podrá conseguir algo de cocaína recién llegada al puerto esa misma mañana. Los hombres la cotejan, se siente deseada, hasta el punto del endiosamiento. Todos los presentes saben su nombre, el artístico claro. Un par de copas más y cae bruscamente al suelo en un desmayo repentino. A nadie le sorprende. Hasta en eso tiene estilo. La mañana siguiente despertará en cualquier cama desconocida, abrazada por sábanas de seda y envuelta en los perfumes más embriagadores. No recordará nada, pero tampoco le importará. Ha hecho del vicio y la frivolidad su forma de vida. Nuestra cantante podría ser una diva negra del blues clásico, una Ma Rainey que contonea su trasero de oro entre las luces y carteles de los burdeles de Basin Street, en el distrito rojo de Nueva Orleans o los teatros negros del barrio sur de Chicago. Pero no, se trata de una tanguista de la avenida del Paralelo: estamos en la Barcelona de los locos años 20.