El Bon Gourmet con lo más nutrido de la bossanova |
José Fernandes, conocido empresario y promotor de la noche de Río de Janeiro, se trasladaba a Brasilia y vendía a precio de saldo su restaurante Au Bon Gourmet, situado nada más y nada menos que en la legendaria avenida de Copacabana. Otro empresario, Flávio Ramos, dueño de varios restaurantes, boîtes de poca monta y algún que otro nightclub decadente decidió comprarlo. Lo primero que hizo fue cambiar la vieja decoración de terciopelo rojo por una más acorde a la ocasión: renovó el sistema de luces, adquirió una hilera de focos nuevos, e invirtió en microfonía Shure.
En poco tiempo, el anquilosado Au Bon Gourmet se había transformado en un flamante local de espectáculos con capacidad para trescientas personas. Para la inauguración, el amigo Flávio quiso tirar la casa por la ventana. Quería programar un espectáculo único en Río de Janeiro, de esos que marcaran época y vaya si lo logró. Consiguió reunir -nadie sabe todavía muy bien cómo- a Antonio Carlos Jobim, Joâo Gilberto y Vinicius de Moraes, el tridente más antológico de la música brasileña, en la primera vez que se subirían juntos a un escenario. Por si fuera poco, el programa se completaba con la participación especial del conjunto Os Cariocas, donde ya deslumbraba un joven Baden Powell.