martes, 30 de octubre de 2012

El matadero de los tiempos difíciles

  
"Hard time here and everywhere you go 
Time is harder than ever been before"
¿Por qué buscar belleza donde no la hay? El blues nace de una tragedia, de un desarraigo. De la tristeza de los antiguos reinos. Del hombre negro africano, esclavo, que llega a un entorno hostil que ni comprende, ni quiere comprender. El blues es su forma de adaptarse a él. De exorcizar sus demonios, sus lamentos y sus angustias para convertirlos en una especie de expresión poética. Pero una poesía recia, rocosa, dura como la tierra que se ve obligado a labrar. Puede que haya belleza en ello, pero es otro tipo de hermosura, sin duda, nada convencional. Quien busca refugio en el blues acabará desconcertado. No encontrará sosiego, tampoco calma, ni si quiera alivio. Porque el blues es convulso. Te agita, te conmueve, te perturba, pero rara vez te pacifica.

Son tiempos difíciles. Aquí y en todas partes. De puerta a puerta la gente parece buscar una promesa de paraíso que jamás existió. A quién le importa dónde van. Vagan a la deriva suplicando cobijo, trabajo... futuro. Escapar del matadero ¿implicará la felicidad? Los tiempos difíciles arrasarán con todo. Los que aún conservan algo de dinero, más vale que lo aseguren. Los tiempos difíciles están aquí pero pueden durar mucho, toda una vida...

Cuando Skip James escribió 'Hard time killing floor blues' tal vez no sabía que estaba componiendo una oda a la decadencia, a la desazón, a la desesperanza, un himno a los tiempos duros. Era 1931, la crisis del 29 había causado estragos en todo Estados Unidos. Los ricos dejaron de ser tan ricos, los pobres fueron aún más pobres. La Gran Depresión amenazaba con consumir el escaso ánimo que quedaba en la población. El disco fue un absoluto fracaso comercial. Nadie quería que le enfrentaran con sus penurias diarias. La sociedad buscaba evasión en el cine, en los musicales de Broadway, en el jazz de las grandes orquestas, pero nadie necesitaba que le recordaran que los tiempos difíciles puede que no acabaran nunca. Nadie veía en el blues un consuelo a su amarga existencia.

Durante esa época, los negros utilizaban el término killing floor para referirse a un matadero (slaughterhouse), en el sentido literal de la palabra, pero los bluesmen se apropiaron de ese slang y lo llevaron a su imaginería lóbrega, a un estado de aflicción que servía como perfecta metáfora del período que estaban viviendo. Los que emigraron al norte buscando mejores condiciones, pronto descubrieron que el sueño era demasiado efímero. Pasaron de trabajar de sol a sol en la plantación de algodón, para hacerlo en la fábrica de coches o en el peor de los casos, en el matadero, despedazando cuerpos de animales. Una planta mortal donde los anhelos de una vida nueva se desvanecieron.

domingo, 14 de octubre de 2012

Creo haber oído a Buddy Bolden decir...

Estatua a Buddy Bolden. Nueva Orleans

Creo que he escuchado a Buddy Bolden gritar: "¡abrid esa ventana, que se vayan los malos humos; abrid esa ventana que salga ese aire viciado fuera!". Creo que es lo que escuché a Buddy Bolden decir.

Primero fueron unos leves pinchazos. Después se transformaron en fuertes dolores de cabeza. El alcohol posiblemente no ayudó a solucionarlo. Cuanto más le dolía, más bebía. Mucho más de lo que ya solía hacerlo. No era capaz de poner en orden todas las ideas musicales que asediaban su cabeza. Tenía momentos de depresión donde se culpaba a sí mismo, pero también a sus amigos, y sobre todo, a su corneta. Sentía miedo de su corneta. Inseguro, taciturno y depresivo deambulaba de un sitio para otro, buscando un trago de whisky. Su banda, su familia y sus responsabilidades laborales le superaron. Había sido el Rey. Toda la ciudad le aclamaba. Eran muy pocos en Nueva Orleans los que no habían escuchado el poderoso sonido de su corneta. Incluso desde la otra orilla del río. Muchos músicos querían ser como él. Pero ahora tenía que enfrentarse a otros enemigos y no precisamente musicales. A sus propios fantasmas. A él mismo...

En marzo de 1906, con apenas 29 años, el reinado de Buddy Bolden empezó a decaer. Aparte de las migrañas, comenzó a tener alucinaciones. Ensoñaciones perturbadoras que le atormentaban y regresiones nostálgicas a tiempos mejores. Tal vez en alguno de esos viajes regresara a su infancia, cuando con 4 años su padre le llevó por primera vez a un desfile callejero. O a los momentos de su apogeo, cuando las mujeres se peleaban por llevar la funda de su corneta, por ponerle el pañuelo o por coger su abrigo. Quizá se trasladara a 1900, cuando en la trasera de una barbería dio forma a su primera formación, la banda de Buddy Bolden, la primera orquesta de jazz...

Seguía actuando, pero cada vez era más frecuente que se equivocara en las notas. A finales de marzo de ese 1906, estuvo unos días en cama. Su madre Alice Bolden y su hermana Cora cuidaban de él. Su chica por aquel entonces, Nora Bass -con la que había tenido su hijo primogénito Charles Bolden Jr.-, también le visitaba frecuentemente. En una de esas visitas Nora fue con su madre, Ida Bass. Estaban las cuatro mujeres velándole en la habitación y en mitad de un delirio Buddy se levantó de la cama cogió un jarrón y lo rompió en la cabeza de su suegra. Pensaba que le iban a administrar una droga mortal. Con la ayuda de un médico, las mujeres consiguieron calmarle, pero tuvo que llegar la policía y arrestarle hasta que se le pasó el brote.