"Es imposible llegar a Nueva York y no tener la sensación de que algo maravilloso va a suceder", Duke Ellington.
Y de repente estalló, inundándolo todo. Desde las aceras de Lennox Avenue hasta los rincones más escondidos de cualquier callejón sin salida. Nadie sabe muy bien cómo, ni cuándo, ni porqué. No hay un momento exacto o punto de inflexión. Tal vez como un proceso natural, que se escapa a cualquier análisis. Los sonidos están en el aire, pero también en el alma. Se transportan por una especie de ondas emocionales que trascienden cualquier época o circunstancia. Cuando se produjeron las grandes migraciones desde los estados agrícolas sureños hacia los estados del Norte, mucho más industrializados, dos fueron los focos que recibieron el mayor flujo de población: Chicago, sobre todo su barrio sur, y Harlem en Nueva York.
En 1658, los holandeses fundaron el asentamiento de Nieuw Haarlem, en honor a la ciudad de Haarlem, situado entre la calle 96 y la 125, con el río Hudson como frontera natural. Ya bajo dominio británico fue rebautizada como Harlem. Hasta principios del siglo XX conservaba sus raíces europeas, lleno de iglesias luteranas e inmigrantes blancos del viejo continente. Pero a partir de la Primera Guerra Mundial, el panorama cambió. A los ya mencionados movimientos migratorios, hay que unir un cambio demográfico masivo. Debido a la superpoblación de los pequeños apartamentos de Manhattan, muchos negros decidieron trasladarse a Harlem. Allí formaron una nueva sociedad, no solo como arrendatarios, sino también como propietarios. La conciencia de comunidad y el orgullo de raza empezaban a tomar forma.
El Renacimiento Negro
Algunos autores se refieren a él como 'Renacimiento negro' o 'Renacimiento negro de Manhattan', otros lo llaman directamente el 'Renacimiento de Harlem'. Durante los años 20, Harlem era una especie de tierra prometida para una raza oprimida que, recién liberada de la esclavitud, buscaba reafirmarse. La gran masa de población negra se transformó de obrera agrícola a un proletariado urbano. Se acuñó el término 'nuevo negro' y la incipiente clase media afroamericana comenzó a reclamar su lugar frente a la supremacía blanca. Esto dio como consecuencia un florecimiento de todas las artes (filosofía, poesía, teatro...) con especial atención a la literatura y la música. Harlem se convirtió en el centro de la cultura negra. Anteriormente había intelectuales afroamericanos, pero ahora estaban reunidos en una élite cultural, de intereses comunes, que reflejaba un optimismo con respecto al futuro. La 'Escuela de Harlem' recreaba una Norteamérica negra, tan real como la blanca.
Nombres como James Weldon Johnson, o Alain Locke (creador del 'nuevo negro') capitalizaron este renacimiento que además se vio reforzado por la institucionalización del movimiento social gospel proveniente de las iglesias negras. Pero junto a este 'Harlem de las Luces', existía otro mucho más cruel de salarios bajos y alquileres desorbitados. Algunos llegaban a alquilar hasta su colchón, a difentes inquilinos en distintos horarios, para hacer frente a esta precaria situación. La emancipación debía pagarse a un precio muy alto. Uno de los recursos ingeniosos que utilizaron fueron las fiestas del alquiler. Cuando hablamos de ellas en su momento, comentamos que eran unas reuniones clandestinas en los pisos. Se pagaba una entrada cuya recaudación era utilizada para hacer frente al alquiler. A cambio se ofrecía bebida, comida y música. En este contexto mucho menos boyante, aunque al amparo del renacimiento, se desarrolló una nueva forma de jazz y blues.
Labrarse una reputación
Suele decirse erroneámente que gracias al Renacimiento de Harlem, los
blancos empezaron a interesarse por la cultura afroamericana. En cierto modo despertó un interés impensable hasta el momento, pero esta
afirmación no es del todo cierta. Ya vimos que músicos como Bix Beiderbecke
se adentraban en la noche de Chicago para buscar los auténticos negros
del jazz. Se da además la paradoja de que muchos negros del Sur, en su
afán de parecer sofisticados y ser aceptados, renegaron de sus orígenes,
lo cual implicaba también la música. El blues del Delta, el jazz de Nueva Orleans o los rags de Missouri no gozaban del mismo éxito que en otras ciudades. Además a diferencia de Chicago, la otra gran capital del jazz, en Nueva York existía una fuerte tradición del ragtime. Se tocaba en todas partes: bares, cabarets, prostíbulos.
Por eso el jazz no llegó a Harlem con los movimientos migratorios de la población negra. Ya anteriormente, en 1915, el célebre compositor de ragtimes Scott Joplin estrenó en el Lincoln Theater su ópera Treemonisha. La única vez que se representó. Pero el jazz comenzó a adquirir gran popularidad cuando el 26 de enero de 1917 la Original Dixieland Jazz Band debutó en el Reisenweber's Cabaret. El éxito fue tal que un mes después, en febrero, el sello Victor registró el primer disco de jazz de la historia, ligado para siempre a la ciudad de Nueva York, que además era un centro de la industria del espectáculo. Muchos músicos se desplazaron hasta allí para hacerse una reputación.
En el verano de 1924, el director de orquesta y compositor Fletcher Henderson, afincado en Nueva York, decidió incorporar un nuevo solista a su banda. Pensó en Louis Armstrong. Nuevamene el destino llamó a su puerta. Armstrong no atravesaba su mejor momento en Chicago, por lo que aceptó. Pensaba que ganaría en reputación, pero la experiencia no fue todo lo satisfactoria que pudiera esperarse. Un año después volvió a la Ciudad del Viento a realizar sus históricas grabaciones con los Hot Five. Pero después de ese momento, en 1929, Armstrong se instaló definitivamente a Nueva York. El jazz ya se había trasladado allí. En esa época además, en plena Ley Seca, Nueva York ofrecía muchas oportunidades laborales para un músico negro. La actividad favorita de la gente joven consistía en ir a los cabarets a beber y bailar jazz. Había unas 2.500 tabernas clandestinas para complacerlos. Y por supuesto se demandaban muchos músicos que amenizaran la velada.
El piano de Harlem
Debido a esa tradición del ragtime, en Harlem el piano era como en Nueva Orleans las bandas de metales, un instrumento polivalente. Como sugiere Ted Gioia, "suponía la asimilación de la tradición culta, al mismo tiempo que una tarjeta de visita para la cultura popular y noctámbula, un símbolo de prosperidad para la clase media, o sencillamente, un medio para ganarse la vida". En las fiestas de alquiler, triunfaba. Así se desarrolló el estilo 'stride piano', un puente entre el ragtime y los nuevos estilos del jazz.
En el stride piano se aprecia una fuerte influencia de la música europea. James P. Johnson uno de sus máximos exponentes, lo reconoce: "el piano de Nueva York se desarrolló según el método, el estilo y el sistema europeos. El público de Nueva York estaba acostumbrado a oír un buen piano en los conciertos y en los cafés. Los pianistas de ragtime tenían que estar al mismo nivel". A Nueva York llegaron pianistas como Fats Waller o Willie 'The Lion' Smith que popularizarían el estilo.
Sin embargo, hablar de Harlem es hacerlo de Duke Ellington. En 1927 la orquesta de Ellington tocó por primera vez en el Cotton Club de Harlem. Fue uno de los mayores eventos del año, no solo para Duke, sino también para la historia del jazz. Luego vinieron otras agrupaciones como las de Cab Calloway o Jimmie Lucenford. Aunque nadie pudo superar a la orquesta de Duke Ellington. Harlem y Nueva York iniciaban su reinado. No solo el Cotton Club, también el Savoy, o el teatro Apollo. Se avecinaban nuevos tiempos. La era de las Big-Bands llamaba a la puerta. Pero eso ya es otra historia...
Los cortes audiovisuales muestran a Duke Ellington con su 'Black and Tan Fantasy', con extractos de varias piezas. Un fiel reflejo de cómo se fue transformando el jazz en Harlem y del ambiente del Renacimiento Negro. Los dos siguientes son sendos homenajes a Harlem por parte de Jimmie Lucenford ('Harlem Shout') y el propio Ellington con 'Harlem Air Shaft'.
"Cuando me piden que describa Nueva York, tengo que hacerlo en términos músicales, pues Nueva York es la gente, y la música en definitiva se reduce a la gente", Duke Ellington.
Bibliografía y referencias:
- 'Historia del Jazz'. Ted Gioia. Turner. 1997.
- 'Blues People'. Leroi Jones. Ed. Nortesur.1961.
- 'The Story of Jazz'. Marshall W. Stearns. Oxford University Press.1956.
- 'Historia del Jazz Clásico'. Frank Tirro. Ma Non Troppo. 2007
- 'Louis Armstrong: an American Genius', James Lincoln Collier. Javier Vergara Editor. 1983.
- 'La música es mi amante'. Duke Ellington. Global Rhythm. 1973.
- The Dozens: Harlem. Ted Gioia.
- 'The Black Church and the Harlem Renaissance'. Jon Michael Spencer. Artículo de African American Review. 1996.
He estado dos veces en Harlem y cada una ha supuesto una experiencia completamente distinta. Y es que Harlem es, sin duda, uno de esos lugares del mundo impregnados de encanto que no dejan nunca indiferente... y supongo que lo que cuentas aquí tiene bastante que ver en ello.
ResponderEliminarMe encanta aprender contigo el porqué de la evolución de la música hacia un estilo u otro en función del lugar donde se desarrolla la acción... Es fascinante comprobar como cada momento y cada rincón 'contaminan' aquello que tocan... La vida misma.
Muchas gracias!!! Después de adentrarnos en el Delta y Chicago, mucho me temo que el siguiente paso va a ser deambular por Lennox Avenue... ;)
EliminarPara esto deberían inventar las máquinas del tiempo. QUé gran época, con toda esa cultura haciendo ebullición, literatura y música incluidas.
ResponderEliminarHola Félix, qué ilusión leerte por aquí!!! Efectivamente nos iríamos con nuestras 'amantes' y nuestros 'ruidos' de cabeza, verdad! ;)
Eliminar...Nostalgia de lo no vivido, de los sition no conocidos... ¡se puede tener? por supuesto, doy fé!..Veo que comenzamos con el (futuro) Chitlin' Circuit, el Cotton Club, el Victory Grill.... de momento la música negra seguía en sus propios circuitos
ResponderEliminarClaro que se puede tener!! De hecho yo no he estado nunca en Harlem y siento nostalgia!! ;) Un abrazo, Sebas!
EliminarQue articulo mas interesante...recientemente he leido el libro de ted gioa sobre el blues, que es simplemente imprescidible. me gusta mucho que relaciones los cambios sociales con la musica, en el caso del blues y el jazz en usa es mas que evidente. nada muchas gracias, te acabo de descubrir a traves de la "ruta norteamericana", me seguire dejando caer por este lugar.
ResponderEliminarROBERTO NIETO
Muchas gracias Roberto y bienvenido! Un placer tenerte por aquí a través de esa ruta norteamericana... ;) Abrazo
Eliminar