domingo, 30 de noviembre de 2014

Conversaciones con O Sister!: echar de menos Nueva Orleans


O Sister! en campos de algodón de Mississippi

Estaba a punto de acabar el concierto. De repente, sin previo aviso, sonaron los primeros compases de Raskayú, esa enigmática composición del mallorquín Bonet de San Pedro, prohibida por el franquismo, de ritmo trepidante y letra escabrosa "Raskayú cuando mueras que harás tú, tú serás un cadáver nada más". El hombre que estaba delante de mí, de unos 70 años, empezó a mover tímidamente los pies, chasquear los dedos y agitar la cabeza de arriba a abajo. Luego se acercó a su mujer, de edad parecida, y le susurró algo al oído. "¡Esta es de mi época!", es lo que yo imaginé que le pudo haber dicho sin tener, obviamente, certeza alguna de ello. A medida que avanzaba el tema el hombre se venía arriba: intensificaba los chasquidos, seguía el ritmo con un entusiasmo enérgico, con precisión de metrónomo. Al acabar rompió en una sonora ovación, como el resto del auditorio. Su mujer le dio beso en mejilla y él esbozó una ligera sonrisa llena de plenitud. Es la metáfora misma de la música de O Sister! y por extensión del propio jazz, una corriente transformadora de estados de ánimo, generadora de la felicidad más mínima y a la vez más enorme.

Pero que nadie se equivoque, las apariencias pueden resultar engañosas. No es una cuestión de antiguallas, de música muerta o de vacíos ejercicios de nostalgia. Los sevillanos O Sister! están muy vivos y tienen una visión artística reveladora y clara. Son unos treintañeros que se inspiran en los años 30 del siglo pasado para revitalizarlos, captar su espíritu y recordarnos el carácter popular, simpático y esperanzador de los inicios del jazz (como el objetivo de este blog por cierto). Mensaje parecido es el que se escuchó en la voz en off que hizo la presentación de la banda con motivo de su participación en Festival de Jazz de Madrid JAZZMADRID'14, celebrado a lo largo del mes de noviembre en el auditorio de Conde Duque. El concierto de O Sister! precedía en un día al cierre final del festival con la suprema vocalista de Memphis Dee Dee Bridgewater. Casi todos los conciertos de JazzMadrid'14 habían agotado las entradas en lo que ha sido un éxito de público.O Sister! no fue una excepción. No me lo quería perder, aunque mi intención iba más allá: hablar con ellos de su experiencia en Nueva Orleans en el homenaje a sus adoradas Boswell Sisters, viaje que consiguieron gracias al crowdfunding.

La tarde-noche del martes 25 de noviembre en Madrid se presentaba desapacible, lluviosa y fría. Era mi segunda experiencia en el festival después de una desoladora charla a la que asistí semanas previas y que dio el periodista Chema García Martínez ante poco más de 25 personas en un auditorio de 200 butacas. Lástima que un tema tan sugerente como la prehistoria del jazz en España despertará tan poco interés. Puede que los horarios programados (18 horas para las charlas y 20 horas para los conciertos) no ayudaran mucho. De hecho, ese había sido el principal motivo por el que no pude acercarme a más actividades, horas incompatibles con mi horario laboral. Con O Sister! había que echar el resto, aunque a punto estuve de quedarme con las ganas. A las entradas agotadas hay que añadir que la organización hasta el último momento no confirmó acreditaciones, (imposibles para otros conciertos del festival). Por suerte los miembros de la banda se preocuparon de facilitarme invitaciones para disfrutar del espectáculo acompañado.

Actuación en JazzMadrid'14

El concierto fue por los derroteros previstos, es decir, la sublimidad. Ya había tenido oportunidad de verlos en varias ocasiones anteriores, incluso reseñar sus discos. O Sister! nunca defrauda. Apoyados en una fórmula revival, donde la ambientación, el vestuario, los efectos sonoros y el sentido del humor se unen a la principal característica del combo: unas excelsas armonías vocales y una sección rítmica más engrasada que el Illonis Central Railroad. La primera imagen en el escenario son Matías Comino (guitarra) y Camilo Bosso (contrabajo) a los que se une Pablo Cabra (batería) con una escoba que utiliza para marcar el ritmo. Poca ortodoxia. Desde el primer momento uno sabe que la cosa va de sorpresas. La bajada a escena del trío vocal, Helena Amado, Marcos Padilla y Paula Padilla es tan elegante como apoteósica porque cuando unen sus voces a la banda se produce una especie de conjunción mágica que trasciende toda definición. Van sonando los temas de sus tres discos con más atención en el último, Spooky Session (2014), grabado en directo en los estudios Sputnik de Sevilla. El rebosante auditorio disfruta con cada lección de historia, con cada comentario jocoso de Helena y Paula que tienen una especial habilidad para conectar con el público. Para JazzMadrid'14 O Sister! se hacen acompañar de un músico extra, Ángel Andrés Muñoz al piano, que saca más brillo aún al repertorio de la banda.

No solo interpretan con brío los temas musicales sino que también los explican con ímpetu didáctico. En lo histórico está tal vez su seña de identidad. O Sister! es una apuesta única y original y el público de Conde Duque supo apreciarlo. Muestra de ello es que, acabado el concierto, los miembros de la banda firman, incansables, los discos recién vendidos y se hacen fotos con el personal. Todo el mundo quiere un disco de O Sister!. Todo el mundo quiere una foto con O Sister!. La expectación es tal que hasta los propios empleados del Centro Cultural Conde Duque parecen sorprendidos. Paula, la última en aparecer, está rebosante de felicidad. Hablamos brevemente, interrumpidos contínuamente por las peticiones del respetable para fotografiarse con ella, y quedamos en avisarnos cuando hayan recogido todo. "Tardamos bastante", me dice Paula entre el ruido de la muchedumbre. No hay problema. Intuyo que la espera va a merecer la pena.

Un martes de otoño no hay muchos sitios donde ir en Conde Duque. Las terrazas tan características de la zona están hibernando y debido a las horas tampoco hay muchos bares abiertos. Esperamos en uno de los pocos que ponían raciones. La espera se hace más llevadera con unos huevos rotos y una parrillada de verduras. Tras una hora aproximadamente suena el teléfono. Es Paula. Ya han terminado. Me pregunta dónde estamos. "Justo en frente a mano derecha terminando de picar algo". Nos recoge junto con Helena. "Verás, hay un pequeño problema, los de la banda han cargado el equipo en la furgoneta y ha tirado para Lavapiés para aparcarla, si no os importa venir...", el tono de Paula es de tanteo. Es un poco tarde y el día siguiente es laboral, pero, una oportunidad así no se tiene todos los días. "¿Cómo vais a ir?", les pregunto. "En metro", responde Helena. "Vamos hasta el metro y decidimos...", comento yo, aunque la decisión ya está tomada. Antes de abandonar el bar, dos mujeres las reconocen y se paran a hablar con ellas. Me voy acostumbrado: ¡estoy con dos cantantes famosas!. De camino a la estación de metro de Plaza España hablamos del Festival de Jazz de Madrid, de cómo se han sentido tocando en un auditorio tan frío, donde no hay posibilidad de lanzarse a bailar. "Estamos acostumbrados a todo tipo de recintos, cada uno tiene su encanto", admite Paula. "Una de las programadoras de Conde Duque nos vio en Clamores y decidieron meternos en el festival", confiesa Helena. Programadoras culturales que van a conciertos en busca de propuestas... Casi me emociono. El paraíso no debe ser muy distinto a eso. Entramos en la estación de metro de Plaza España. Hay que tomar ya la decisión: o despedirnos allí o poner rumbo a Lavapiés. Soy un tipo fácil. 

Lavapiés, Mississippi, raciones de pulpo y tamales

En el trayecto del suburbano varias sopresas. La primera es que Helena vive en Madrid, concretamente en Lavapiés (de ahí que aparquen la furgoneta cerca de su casa). Se está sacando el grado superior de canto en el conservatorio de San Bernardo. La segunda es que todos los miembros de O Sister! están plenamente volcados con el grupo. "Intentamos vivir de ello, -suspira Paula - yo soy diseñadora pero ahora mismo todos los diseños que hago son para el grupo". De ahí la siguiente revelación, la más impactante, tocan en bodas y en fiestas privadas para empresas. No solo de clubs de jazz se puede subsistir. "Lo peor, la sensación de hilo musical de fondo y sentir que tu música no importa a nadie", espeta Paula. Aunque también tienen buenas experiencias. "Hay que sobrevivir y este tipo de trabajos solo los hacemos cuando están bien pagados y te compensan económicamente" añade Helena. "Bueno, tampoco pasa nada, los pioneros de Nueva Orleans tenían que tocar en entierros, desfiles, picnics y otro tipo de eventos", aporto yo en tono jocoso. Entre tanta confesión el viaje se nos hace cortísimo. Parada en Lavapiés. El bar donde nos espera el resto de la banda está nada más salir de la estación de metro, frente al Teatro Valle Inclán. Somos de los primeros, solo Fabián, técnico de sonido de la banda y un par de amigos esperan. Uno de ellos es Miguel, cantante del grupo sevillano Maga en el que también toca Pablo, batería de O Sister!.

No tardan en llegar el resto. Paula me los va presentando uno a uno. Encantadores y cercanos. Marcos es de los más efusivos: "muchas gracias por tu artículo, fue nuestra guía en el viaje a Nueva Orleans". En ese momento el orgullo no me cabía en el pecho. En efecto, mi artículo 'La Ruta del Blues' publicado en El País sirvió de referencia para los chicos de O Sister! También los e-mails que Paula y yo nos habíamos intercambiado días antes de su viaje. En ellos, les detallaba alojamientos, lugares que no debían perderse así como sugerencias y recomendaciones de todo tipo para aprovechar la experiencia al máximo. A la vista de los acontecimientos, acerté, o acertaron. No solo por mis consejos, claro. Pero me impliqué tanto con su viaje que fue, en cierto modo, como si lo estuviera haciendo yo otra vez. Aparece el camarero, nervioso, eléctrico: la cocina cierra en unos minutos y hay que pedir rápido. Me siento al lado de Paula y Marcos, en frente de Camilo y Matías, en diagonal con Pablo que queda un poco más apartado. Helena preside uno de los lados de la mesa. "¿Qué son los chopitos?", pregunta Matías. "Calamares pequeños, parecido a las chipirones", replican desde el otro lado de la mesa. La explicación convence a Matías que se apresura a elegir:  "venga pues chopitos y una ración de pulpo... bueno, mejor dos, que somos muchos". "Matías es muy de pulpo", apostilla Camilo. En lo que nos sirven las bebidas y traen las raciones entramos, por fin, en materia.

Actuación en el mítico Snug Harbor
A la entrada del Preservation Hall
Hotel Riverside, Clarksdale, Mississippi

¿Qué sensación se llevan de Nueva Orleans? El "uff" es unánime y denota que aún no lo han digerido del todo. "La vuelta fue muy dura, estuvimos semanas con jet lag", "no queríamos volver", "ha sido la experiencia de nuestra vida", aseguran Paula, Marcos y Matías respectivamente. El 9, 10 y 11 de de octubre, invitados por la nieta de Vet Boswell, una de las Boswell Sisters, participaron en un homenaje internacional al famoso conjunto vocal, oriundo de Nueva Orleans. Charlas, conferencias, visitas guiadas y, cómo no, conciertos formaron parte del menú. O Sister! fue la única banda europea. Abrieron un crowdfunding donde pedían 9.800 euros para costear los gastos del viaje. Consiguieron 12.190, por lo que se animaron a ampliarlo y subir hasta Mississippi. "Había fans muy felices de ser nuestros padrinos 'es como comprar un disco por adelantado', les decía yo, pero ellos se sentían mecenas, algo más importante", bromea Marcos.  "Imagino que fuisteis a la Plaza España de Nueva Orleans, inspirada en la de Sevilla", introduzco. "Nooooooo", lamenta Marcos. "Tampoco a los lugares históricos del jazz tipo Storyville o Basin Street, ¿no?", contrataco. "Estuvimos en Congo Square pero tampoco es gran cosa", apunta Camilo. "Si te digo la verdad, no tuvimos mucho tiempo de ver Nueva Orleans, entre el evento Boswell y Frenchmen Street se nos fue el tiempo", explica Paula. "No fuimos a Bourbon Street, todo el mundo nos dijistéis que no tenía ningún interés", remarca Matías. Se alojaron en una casa colonial del Garden District, una de las zonas más apacibles de Nueva Orleans y barrio donde crecieron las hermanas Boswell. Nada que ver con los tugurios de negros donde nació el jazz. Dieron dos conciertos en la ciudad, uno en The Mint, dentro del festival.

Todas las mañanas cogían el tranvía (streetcar) de St Charles que les llevaba al French Quarter, zona turística que pisaron poco, solo para ir al Preservation Hall, uno de los templos del jazz tradicional de Nueva Orleans. Frenchmen Street, por el contrario, fue la calle. "Íbamos a las dos de la tarde y estábamos allí hasta la madrugada", comenta Paula. "Estuvimos en una fiesta en Frenchmen Street con vistas a todos los bares de conciertos", añade Marcos. Conciertos de todos los tipos y a todas horas. El Spotted Cat o el Snug Harbor, donde consiguieron tocar, eran su favoritos. Delfeayo Marsalis, hermano del hijo pródigo de la ciudad Wynton Marsalis se acercó a saludarlos tras su actuación. Asimilado el subidón musical de Nueva Orleans alquilaron un par de coches y se adentraron en el pantanoso Mississippi. "Nos llamó la atención la cantidad de pobreza y soledad, había pueblos donde no se veía a nadie", confiesa Paula. Aún hoy el estado de Mississippi es uno de los de los más pobres y abandonados de Estados Unidos. Parece que el tiempo no ha pasado. No cuesta creer que el blues surgiera allí. Los chicos de O Sister! se quedaron prendados del encanto intemporal de la Plantación Dockery, el lugar de nacimiento del blues. Disfrutaron del ambiente musical de Clarksdale y se pusieron ciegos de tamales y cerveza local en Cleveland. De vuelta a Nueva Orleans, pararon en Natchez, donde se deleitaron con los barcos de vapor que cruzaban el Mississippi y en una plantación de Lousiana. "Fue duro ver cómo vivían los esclavos negros", reconoce Paula. En la vida miserable de esos esclavos está el origen mismo del blues y el motivo último por el que a todos los amantes del jazz nos fascina el sur de Estados Unidos... La doble ración de pulpo se terminó. La charla estaba siendo muy agradable, se podía haber prolongado durante varias horas más, pero el cansancio empezaba hacer mella. Los chicos de O Sister! habían llegado esa misma mañana desde Sevilla y al día siguiente tenían que regresar. Salimos del bar de Lavapiés, satisfechos, como si saliéramos de un garito de Frenchmen St. El cielo amenazaba lluvia de nuevo. Tras despedirnos todos tuvimos una sensación amarga: la de echar de menos Nueva Orleans.






[Con este Conversaciones con... se inaugura una sección en el blog en la que iré hablando con distintos protagonistas relacionados con la historia del jazz para que puedan aportar una visión en primera persona de su experiencia]
Fotos y vídeos cortersía de O Sister!, excepto JazzMadrid'14 por Manu Grooveman

2 comentarios:

  1. Escuchar a O Sister! es un maravilloso viaje al pasado, muy parecido a lo que supone meterte en el New Orleans más auténtico y en los pueblos del Delta del Misisipi. Y de eso, de narrar viajes a ese pasado glorioso, el maestro Grooveman sabe un poco ;-) Gracias.

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  2. Resulta curioso que un grupo sevillano se pasee y actué por New Orleans. Desde luego han ido a la cuna del jazz y el blues y por derivación del rock.
    No conocía a Oh Sister, suenan muy bien. Saludos

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