martes, 25 de febrero de 2014

Jazz y nazismo en París ocupado



[[Recupero para los seguidores del blog este artículo publicado en JOT DOWN en abril de 2013, aunque inicialmente fue concebido para CUADERNOS DE JAZZ. Se trata de una investigación sobre la escena jazzística en el París ocupado por los nazis. Justo acabo de entregar otro artículo sobre las contradicciones del régimen de Franco hacia el jazz que se saldrá en breve, también en JOT DOWN. Espero que este os sirva de aperitivo.]]

La guerra introdujo el jazz en Europa. Esta afirmación que puede resultar chocante es tan real como paradójica. Los soldados norteamericanos que lucharon en la Primera Guerra Mundial no solo portaron sus armas, sino también su música al viejo continente. Las unidades militares  a menudo se hacían acompañar de bandas, generalmente formadas por negros, que interpretaban marchas y ragtimes. La del 369º Regimiento de Infantería, los Hellfighters, destinados en Francia y dirigidos por el teniente James Reese Europe,  interpretaron en 1918 números sincopados tanto para militares aliados como civiles galos. Gracias a grupos como ellos, el jazz llegó con algunos años de retraso, pero de manera triunfal. Es curioso cómo, a pesar de ser una música popular de origen afroamericano, enseguida gozó de la admiración entre las clases más pudientes. Artistas e intelectuales vieron en el jazz un signo de modernidad.

Fundamentalmente Inglaterra, Francia y Alemania fueron los países donde más rápidamente se asentó. Durante los años 20, Berlín se erigió como la capital europea del jazz debido a su intensa actividad nocturna en cabarets y salas de baile. El Wild-West-Bar programaba hasta seis bandas de jazz en una misma noche. En los 30, ese privilegio correspondió a París.  Los músicos, escritores y pintores de Montparnasse acudían al Club Bobino para ver cómo la afamada bailarina negra Josephine Baker se desnudaba a ritmo de charlestón. Music-halls, tabernas, bistrós o nightclubs de la Ciudad de Luz, enloquecían con los sonidos negros venidos del otro lado del Atlántico.  El jazz se benefició de los movimientos literarios y asimismo inspiró a poetas y bohemios. La locura era tal que el distrito de Montmartre era conocido por entonces como el ‘Harlem de Europa’.


Al mismo tiempo, en el período de Entreguerras, muchos músicos norteamericanos y pequeñas orquestas se lanzaron a la conquista europea. La llegada de la Original Dixieland Jazz Band causó furor en Londres de 1919. Ese mismo año, la Southern Syncopated Orchestra trajo por primera vez  a Sidney Bechet a París. Sería el inicio de una serie de constantes visitas a la ciudad. Otros artistas, bien huyendo de la Ley Seca o atraídos por el dinero y la fama, se ganaron el respeto del oyente europeo. Nombres como Louis Armstrong o la orquesta de Duke Ellington alcanzaron una inmensa popularidad en Europa durante esa época, antes incluso que en Estados Unidos. Además, a medida que el jazz se hacía más bailable – la Era del Swing – los salones y hoteles de las grandes capitales se rindieron a los encantos de un estilo que caló hondo entre la juventud europea. El jazz conectaba con la gente, era diversión, pero también libertad.

Hot Club de France

En 1931 nace en París el “Jazz Club Universitaire”, que más adelante se transformaría el “Hot Club de France”, la primera sociedad de fans creada en torno al jazz. A su amparo, los jóvenes franceses se reunían para escuchar grabaciones americanas, hacer críticas y formar las incipientes orquestas. Las primeras publicaciones periódicas de jazz surgieron en París. En 1934 el crítico Hugues Panassié, presidente del Hot Club, fundó Le Jazz Hot, revista fundamental para la difusión del jazz en Europa, que toma el testigo de la pionera La Revue du Jazz, creada en 1929. Los textos y reseñas publicados en sus páginas contribuyeron a aumentar el conocimiento de los aficionados europeos al jazz.

Pero la importancia del Hot Club radica en que sirvió como plataforma de difusión a unas jam sessions informales que se llevaban a cabo en el Hotel Claridge parisino. Allí tocaban un violinista llamado Stephane Grapelli y un guitarrista belga de origen gitano de nombre Django Reinhardt. La asociación de ambos dio lugar en 1934 al “Quintette du Hot Club de France”, una combinación de swing y ritmos autóctonos (gipsy-jazz), que muchos autores cifran como la mayor aportación europea a la historia del jazz. La popularidad del quinteto trascendió fronteras francesas y se extendió por toda Europa. Sin embargo su ascenso se vio interrumpido por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. La banda tenía actuaciones en Inglaterra justo en el momento de declararse la guerra en septiembre de 1939. Grappelli se quedó en Londres, pero Reindhart, que no hablaba nada de inglés, volvió a la capital francesa. “Mejor estar atemorizado en tu propio país que en cualquier otro”, confesó. El 14 de junio de 1940 los nazis ocuparon París. La ciudad oscureció, las enormes luces rojas del famoso Moulin Rouge se apagaron. Los cabarets de Montmartre y Montparnasse languidecieron. La actividad artística se degeneró

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