"Strangers on this road we are on
We are not two we are one"
"Dentro de poco es Navidad y este es mi regalo de Navidad para vosotros". Había transcurrido algo más de hora y media desde que Dave Davies iniciara su show en el Islington Assembly Hall de Londres. Nadie imaginaba lo que iba a pasar. Ni siquiera el más optimista de los fans. Tal vez por inesperado fue tan mágico.
De repente de la parte derecha del escenario, en la penumbra, surgió una silueta. Era Ray Davies. Todos gritamos de emoción, atónitos y excitados. Vestía con camisa de cuadros roja, chaqueta negra, gorra y pantalones vaqueros con vuelta. En la mano portaba una botella de agua. Su aspecto era inmejorable. Los gritos del público iban in crescendo. Un tanto desubicado -como si todo se hubiera improvisado en el último momento-, Ray se dirigió pausado al micrófono de los coros e hizo su habitual comentario jocoso: "por favor un fuerte aplauso para Dave 'Death Of Clown' Davies". Era la frase que todos estábamos esperando, con la que presentaba siempre en los conciertos a su hermano (a pesar de que a Dave no le hacía mucha gracia). Pero esta vez no hubo rencillas.
La ovación fue ensordecedora. Dave sonrió mientras le hacía un gesto para que cantara en el micro principal, como en los viejos tiempos, como si fueran los Kinks. Y allí fue Ray. Después sonaron los primeros acordes de 'You Really Got Me', el Riff, con mayúsculas, la canción que catapultó a los Kinks a la fama en 1964 y que aún seguía sonando fresca y rabiosa. Fue la perfecta cuadratura del círculo. La sensación de vivirlo allí en directo jamás podrá ser descrita con palabras o imágenes.