lunes, 25 de abril de 2011

Blues, la enigmática música nacida de la tierra



"Cuando tenía veinte años, pensaba ingenuamente, que poseía un profundo conocimiento del blues. Me había formado como pianista de jazz moderno y había estudiado las progresiones de acordes y las sustituciones armónicas [...] Sin embargo, tal como lo veo pasado el tiempo, mi conocimiento no pasaba de la estructura del blues. De su sentido y vitalidad interior, entendía muy poco. Ignoraba los aspectos esenciales de la música que estaba tratando de asimilar e interpretar".

Así comienza el historiador, músico, profesor y crítico Ted Gioia su libro 'Blues: la música del Delta del Mississippi', una obra definitiva de referencia -a la que dedicaremos un apartado especial por su relevancia bibliográfica-, publicada en 2008, sobre la historia del blues. Para la mayoría de la gente, incluido yo en un principio, el blues no es más que una música monótona y reiterativa que evoca tristeza y sentimiento de pérdida. Formalmente, tres acordes básicos, estructura de 12 compases y un cantante declamando un lamento quejumbroso son sus rasgos más característicos.

Y efectivamente eso constituye el blues si nos quedamos en un estado superficial. Pero si profundizamos en su esencia, si nos adentramos en su alma (proceso que lleva su tiempo), nos damos cuenta de que esconde mucho más de lo que aparentemente ofrece: es historia viva de la cultura afroamericana, de los esclavos llevados desde África a los Estados Unidos durante el siglo XIX para trabajar en los campos de algodón. Simboliza sus anhelos, sus esperanzas; refleja una compleja maraña emocional que sale al exterior en forma de canción. He ahí su grandeza y su sortilegio...

Asimismo, hay algo de enigmático en los orígenes del blues del Delta del Mississippi; algo misterioso que lo convierte en apasionante. Una mitología propia donde la miseria, la explotación, la esclavitud o el racismo forman parte de su propia génesis. Sin olvidarnos de los dos rasgos más importantes: el sentimiento blue y la sensación de pertenencia a la tierra.

Para comprender el sentimiento blue es necesario analizar ese lamento nostálgico de desarraigo. Cuando un esclavo, que trabajaba de sol a sol recolectando algodón, emitía un canto (las conocidas como 'work songs'), no sólo maldecía su propio destino o su infortunio, sino que estaba convirtiendo ese arduo trabajo diario en una forma de expresión poética, consiguiendo de algún modo una cierta liberación. Por tanto, esa necesidad de poner música a las actividades cotidianas (posiblemente herencia africana) es uno de los aspectos más fascinantes del blues y a su vez más polémicos (hay autores que magnifican la influencia africana y otros que la infravaloran).

Pero paradojicamente, el blues, al mismo tiempo, suponía un vínculo con el nuevo hogar: la plantación. Ninguna otra música como el blues está considerada como que emana directamente de la tierra. La mayoría de los grandes nombres que definieron el estilo del Delta se dedicaron durante a algún tiempo a trabajar el campo como fuente principal de ingresos. El propio B.B King llegó a afirmar en alguna ocasión que le encantaba cosechar porque sentía que pertenecía a un lugar y que su trabajo importaba. Charley Patton, por su parte, uno de los pioneros del Delta y al que dedicaremos un extenso apartado, grabó en 1929 'Pea Vine Blues', el 'blues de la planta del guisante', donde recoge esa relación simbiótica del blues con la tierra.

"Era hermoso vivir con las estaciones, abrir el suelo en el invierno helado, plantar las semillas contra el viento de la primavera y hacer la cosecha en el calor del verano. Hay poesía en eso...", B.B King.

martes, 19 de abril de 2011

Music is my mistress

El título de la biografía de Duke Ellington, publicada en 1973 originalmente, es la inspiración de la que este blog toma su nombre. No por casualidad; refleja a la perfección el espíritu con el que nace. La música como amante va más allá de lo llamativo y morboso del juego de palabras -real y acertado, por otra parte-, sino que pretende profundizar de manera apasionada en las historias, curiosidades y anécdotas que se esconden detrás de los estilos musicales, discos, canciones, personajes o geografías. Al fin y al cabo, la música puede ser tan adictiva, pasional y estimulante como la mejor de las amantes.

Me centraré sobre todo en el jazz y en el blues, porque básicamente casi toda la música popular del siglo XX tiene su origen de una u otra manera en estos dos géneros. ¿Qué sería del rock sin la influencia decisiva del blues? ¿No existe acaso una analogía, casi indéntica, entre algunos fraseos del hip hop y la técnica del scat vocal que inventó Louis Armstrong? Aún así, también habrá cabida para otros géneros, e incluso manifestaciones culturales como el cine, la literatura, la fotografía o la moda cuando tengan algún tipo de conexión con la música, lo cual no es infrecuente.


En lo que se refiere al protagonista de este post, hay que decir que el gran sueño americano se materializa en la persona de Edward Kennedy Ellington. Hijo único, de clase media-alta,  nacido en 1899 en un barrio residencial de Washington DC, que llegó a convertirse en uno de los músicos de jazz de mayor fama mundial. Pero su figura como pianista, compositor (creó más de 1500 piezas musicales), arreglista o director de orquesta no es lo que quisiera resaltar aquí (aunque gracias a ello se haya ganado un lugar en la historia). Me interesa mucho más su faceta como ideólogo, en concreto como ideólogo del jazz.

It don't mean a thing if it ain't got that swing es mucho más que un mero standard del Real Book. Constituye toda una filosofía vital que trasciende lo musical : carece de sentido si no tiene swing. ¿Y qué es tener swing? Ojalá lo supiera. El swing se puede reconocer, experimentar, sentir, tocar o incluso soñar, pero muy pocos afortunados saben realmente cómo crear algo con swing. Duke Ellington era uno de ellos. Basta con un breve repaso a su extensa discografía para darnos cuenta. Sophisticated Lady, Mood Indigo, In a Sentimental Mood, Satin Doll o -mi favorita- Take the A train son obras maestras, llenas de genialidad y por supuesto mucho swing.

Pero ya habrá tiempo para adentrarnos con calma en la obra de Duke y otros nombres relevantes de la historia del jazz. De momento, como presentación, creo que es suficiente. Será un placer que me acompañéis y compartamos juntos a través del blog experiencias, conocimientos y, si llega el caso, amantes...

Bienvenidos.

"Lovers have come and gone, but only my mistress stays"
(Las amantes van y vienen, pero sólo la música permanece)