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lunes, 10 de febrero de 2014

Nueva Orleans y el jazz 'perdido'


Cruce entre Perdido  y South Rampart

 [[ En plena fase de documentación y revisión de la bibliografía de Nueva Orleans y los orígenes del jazz, recupero un antiguo texto publicado en Cuadernos de Jazz en octubre de 2012 sobre mis impresiones tras visitar por primera vez la ciudad; el mito caído ]]

La confluencia entre Perdido y South Rampart  es mucho más que un simple cruce de calles. En ese punto exacto se situaba el Odd Fellows Hall, uno de los antros que encumbró a Buddy Bolden como primer rey del jazz. Justo en el piso de arriba estaba el Masonic Hall Ballroom, detrás el Eagle Saloon, a unos metros, el emblemático Funky Butt, lugares donde el primigenio jazz de Nueva Orleans tomó su forma. El propio Bolden nació y creció a unas calles de distancia y frecuentaba las tiendas y tugurios de la zona.

El mismo bloque, en el número 427 de South Rampart, acogía el domicilio de los Karnofsky, familia judía que apadrinó a Louis Armstrong  y jugó un papel fundamental en su desarrollo musical. Gracias al dinero ganado trabajando para ellos, el pequeño Louis pudo adquirir su primera corneta. No era raro, además, verle pasear con su carretilla para repartir carbón por los establecimientos del barrio. De hecho, Armstrong pasó su infancia, en  el 1223 de la calle Perdido, a escasas manzanas de allí.

En los difusos años que comprenden el cambio del siglo XIX al XX, el área Perdido-South Rampart fue el vecindario –entre otros muchos- de Jelly Roll Morton, el ‘inventor’ del jazz; de Joe ‘King’ Oliver, maestro de Armstrong y fundador la reputada Creole Jazz Band, o de Nick LaRocca, de la Original Dixieland Jazz Band,  primera banda de jazz en grabar un disco. Lo más laureado del jazz de Nueva Orleans. Algunos historiadores han llegado a bautizar este vecindario como el Storyville negro. Por ello, el cruce entre Perdido y South Rampart no es un punto más del callejero de Nueva Orleans, sino que podríamos aventurarnos a describirlo como el verdadero lugar donde surgió el jazz.

domingo, 16 de junio de 2013

En la frontera de Alabama


"Fue alrededor de 1904. Se anunció la batalla de pianos de la Feria Mundial de St. Louis. Yo era un pez gordo de medio pelo. Tocaba el piano en la zona de Mobile y las chicas iban a financiar mi viaje. Estaba decidido a ir hasta que escuché que Tony Jackson también acudiría a ese concurso. Por supuesto, estaba tan asustado que me quedé en Alabama. Más tarde me enteré de que Tony Jackson finalmente no estuvo y que el ganador fue Alfred Wilson, algo que me disgustó porque sabía que a Alfred si le hubiera ganado. Así que seguí viajando por diferentes garitos cantando mi nueva canción..." Jelly Roll Morton.

Tocar en los prostíbulos sin duda era una escuela dura. Cualquiera podría pensar que incluso suponía un trabajo de riesgo. Y más si empiezas siendo un adolescente. Para ganarse una reputación había que saber arreglárselas en las situaciones más comprometidas. Un cliente borracho que pide que le toques su ragtime favorito. Un rudo marinero que está de paso en la ciudad y no duda en pagarla contigo cuando no le gusta una de las piezas. Un chulo que no te quita el ojo de encima porque piensa que está coqueteando con una de sus chicas. Hasta un matón sin escrúpulos que no duda en usarte de parapeto para cerrar uno de sus negocios. Ser pianista en cualquiera de los antros que había en Nueva Orleans a principios de siglo XX era lo menos parecido a una actividad tranquila. Y aunque Jelly Roll Morton sabía moverse como pez en el agua en esos ambientes sórdidos llegó un momento en el que necesitó irse. Pero por cuestiones más prosaicas de lo que pudiera parecer...

Un mandamás de tres al cuarto

"Quería ser el mejor jugador de billar del mundo así que me fui de Nueva Orleans que estaba lleno de tiburones que iban a esos pequeños antros donde yo practicaba con los pringaos. Lo que hice fue utilizar el piano como reclamo". 

Jelly Roll Morton ya por esa época era un arrogante jovencito cuyo concepto de sí mismo no tenía límites. No sólo es que quisiera convertirse en el mejor jugador de billar del mundo, sino que también ansiaba ser el mejor pianista. Empezó a recorrer las ciudades del Sur de Estados Unidos. Jackson, Greenville, Greenwood, Vicksburg... Allí iba a los garitos donde hubiera un piano y una mesa de billar, algo bastante frecuente por otro lado puesto que se trataba de aficiones igual de perniciosas. Jugar y tocar, esas parecían ser sus únicas pretensiones. "De vez en cuando dos o tres mujeres se enamoraban de mí, pero no les prestaba mucha atención, sólo estaba interesado en jugar al billar". Al mismo tiempo eso es lo que le diferenciaba de los pianistas de la zona. La mayoría de ellos estaban atados a sus mujeres y no se movían mucho del lugar. Sin embargo el espíritu libre e itinerante de Jelly Roll le puso en contacto con diferentes tradiciones y estilos de tocar el piano. Aunque en casi todos esos honky tonks lo único que se escuchaba era blues, ese blues sucio y pantanoso del Sur...

jueves, 28 de marzo de 2013

El mito de Storyville como cuna del jazz

 
"Ninguna de las primeras bandas de jazz tocó en los prostíbulos de Storyville, principalmente porque los dueños creían que cuando la gente bailaba no consumía", Donald M. Marquis, autor de "In search of Buddy Bolden first man of jazz"

¿Queréis venid conmigo a través del Mississippi? Cogeremos un barco hacia la tierra de los sueños, navegando río abajo en dirección a Nueva Orleans. La banda ya está allí preparada para recibirnos. Nos encontraremos con los viejos amigos. El día y la noche se fundirán en uno solo. Cielo y tierra están en Basin Street. Dejadme que os hable de Basin Street... Es algo más que una calle: es el lugar donde la élite siempre se reune. Nunca sabréis lo agradable que pudo llegar a ser, nunca llegaréis a entender todo lo que significó...

Todo amante del jazz ha oído hablar alguna vez de Basin Street -aunque solo haya estado en Nueva Orleans con la imaginación- gracias al eterno 'Basin Street Blues', uno de los estándares más conocidos del repertorio jazzístico, el reflejo con nostalgia de una época pasada, feliz y desenfrenada. En efecto Basin Street, a parte de una de las avenidas principales del French Quarter -centro de Nueva Orleans-, era la entrada a Storyville, el famoso "distrito rojo" del que ya hemos hablado en más de una ocasión. Según se ha contado siempre en la historia oficial allí es donde surgió el jazz, versión basada sin duda en las declaraciones de los músicos que vivieron esa época. 

"Siempre se tocaba buena música en Storyville" decía Louis Armstrong. "Fueron días felices, muy felices" recordaba el clarinetista Alphonse Picou. "Los salones nunca cerraban, niños y adultos caminaban por sus calles bailando y tarareando melodías de jazz", añoraba el pianista Spencer Williams, autor de 'Basin Street Blues'. "Había incontables sitios de entretenimiento que empleaban a músicos", reconocía el banjoista Danny Barker. "Ese lugar era algo que nadie había visto antes: brillaban luces de todos los colores, la música que se oía en la calle provenía de todas partes", confesaba Jelly Roll Morton. Todo suena demasiado idílico, demasiado maravilloso, demasiado irreal... Aquí lo hemos dado por hecho en entradas precedentes, pero nunca está de más escuchar a los espíritus críticos y revisar lo que uno creía por verdadero.

lunes, 16 de julio de 2012

El 'matiz español' en los inicios del jazz


(Lista de Spotify  recomendada para la lectura: Spanish Tinge)
"If you can't manage to put tinges of Spanish  in your tunes, you will never be able to get the right seasoning, I call it, for jazz". Jelly Roll Morton.

[Si no consigues poner aderezos españoles en las melodías, nunca tendrás lo que yo llamo el aliño adecuado para el jazz]
A Jelly Roll Morton nunca hay que tomárselo del todo en serio. Un fanfarrón como él, que aseguró ser el 'inventor del jazz', siempre se guarda un as en la manga. No obstante, tampoco conviene desdeñar a la ligera sus afirmaciones. En 1938, confesó a Alan Lomax que el elemento que servía para separar el jazz del ragtime era el 'matiz español' (Spanish tinge), una de las supuestas características del primer jazz de Nueva Orleans. Como si de una ensalada se tratase, los ingredientes principales del jazz -ragtime y blues- no tendrían sabor sin el consabido aliño español. Pero, ¿a qué se refería exactamente Morton con ese matiz?, ¿tenía que ver con la música española propiamente dicha o era más bien un rasgo musical proveniente de los países de habla hispana? ¿Qué papel jugó 'lo latino' en la aparición del primer jazz? Vamos a intentar ofrecer un resumen de todas las posturas que establecen una importancia directa de ese 'Spanish tinge' en el surgimiento del jazz.

Para el etnomusicólogo Ernest Borneman el jazz americano se desarrolló a partir de la música criolla de Nueva Orleans (de franceses y españoles), la cual a su vez era una música latinoamericana que había surgido de una mezcla de influjos africanos y españoles en las Indias Occidentales y en las islas del Caribe. Para él, el único jazz verdadero es el de esa influencia española o latinoamericana. Mientras que la música anglosajona solo mostraba similitudes armónicas con la africana, la de los españoles y franceses desplegaba semejanzas en el manejo del ritmo y del timbre. 

En primer lugar un pequeño apunte histórico. No debemos olvidar que la ciudad de Nueva Orleans, aunque fundada por los franceses en 1718, estuvo bajo dominio español desde 1765 hasta 1801. Cuentan las crónicas de la época que la administración española fue más eficaz que la francesa. Se construyeron diques de contención, obras portuarias y canales. España también dotó a la ciudad de alumbrado de gas, policía municipal, prensa diaria y otros servicios públicos. Por lo tanto existe un legado español evidente que aún hoy es visible en la ciudad.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Etimología de 'jazz' (II): el perfume de jazmín de las prostitutas


"Pronto, un sincopado lamento musical se elevó sobre la fétida atmósfera de los sótanos de los salones; sobre el humo maloliente del vomitivo licor de barrelhouse, sobre los nidos de chusma y sobre los lujosos mármoles y adornos dorados de las casas públicas. Pero esta cínica melodía no satisfacía las necesidades de las bestias lujuriosas que habitaban en cada hombre. A duras penas compensaba la melancolía y la tragedia de aquellos moradores de la noche. El jazz era una contrapartida a sus pasiones, un telón de fondo esencial de toda la escena.", Robert Goffin, 'Jazz from the Congo to the Metropolitan', 1946.
A principios del siglo XX, Storyville era uno de los puntos más calientes de Nueva Orleans. Al caer la noche, surgía una nueva ciudad, una atmósfera sofocante de vicio y perdición donde borrachos, putas y chulos se entremezclaban. Los placeres ilícitos emergían con los primeros rayos de luna y se fundían con los destellos de los neones. Las 'casas de citas' se multiplicaban por cada esquina y las trabajadoras de la calle debían esforzarse por atraer a sus presas. Había mucha clientela, pero también mucha competencia. El alcantarillado brillaba por su ausencia. Las estrechas calles sin asfaltar del distrito rojo, apenas alumbradas por la tenue luz de las farolas de gas, se convertían en un hervidero de gente. Cuando llovía o subía el nivel del mar, se embarraba todo. En un intento de contrarrestar los hedores de la zona más pantanosa (y bulliciosa) de la ciudad, y con el ánimo puesto en acaparar candidatos, las prostitutas empezaron a utilizar una fragancia de jazmín (jasmine). Ya en ciertos ambientes populares eran conocidas como jazz-belles.

El cliente que abandonaba el burdel, aún impregnado del aroma de la pasión del perfume de jazmín, se decía que estaba "jassed". A los músicos que tocaban el piano en esos burdeles - Jelly Roll Morton, sin ir más lejos,- se les pedía que lo hiceran en un estilo "jassed", es decir, sexy, para que pudiera inspirar los bailes de las meretrices y satisfacer al personal masculino. Incluso los dueños de los prostíbulos, en la puerta de sus establecimientos anunciaban a esos músicos en grandes carteles que rezaban 'Jass music', con el objeto de llamar la atención de los transeúntes. Algún niño travieso se encargó de borrar la 'j' inicial para que se quedara en 'ass music' (música de culo), hecho que obligó a los dueños a sustituirlo definitivamente por jazz.

De entre las múltiples teorías que intentan explicar el origen de la palabra 'jazz', la del perfume de jazmín tal vez sea la más inverosímil, pero al mismo tiempo una de las más cautivadoras y sensuales. En general las tesis que hacen referencia al carácter decadente de la ciudad son las menos consistentes, las más fantasiosas, o incluso las más descabelladas, pero también resultan las más sorprendentes e innovadoras. Porque al fin y al cabo, algo que había nacido allí, en los prostíbulos de Storyville, ¿por qué no podía tomar su nombre de allí?

Es cierto que ninguno de los músicos negros pioneros admite haber escuchado la denominación 'jazz' en su ciudad durante esos primeros años. Todos hablaban de ragtime. Tampoco existen pruebas testimoniales concluyentes; las evidencias son escasas y los autores que las defienden, casi unos marginados, pero mientras la música jazz no se convierta en matemática o se hallen teorías físicas para catalogar los solos de Louis Armstrong, cualquier versión es, cuanto menos, digna de mención...

domingo, 29 de enero de 2012

Mujeres pioneras del jazz

Burdeles, sexo, alcohol, chulos, peleas, buscavidas, reputados padres de familia o infames bebedores, charlatanes, fanfarrones, libertinos. Hasta ahora, todos los protagonistas que han ido pasando por LA MÚSICA ES MI AMANTE han sido hombres. Como la propia historia del jazz y del blues. Tan solo en el nacimiento de los 'race records' citamos a Mamie Smith y su 'Crazy blues', como la primera persona en grabar un disco de blues. Pero en el blues era habitual que las cantantes solistas fueran mujeres (Bessie Smith, Ida Cox, Ethel Waters), sin embargo los músicos pioneros (Charley Patton, Son House, Blind Lemon Jefferson...) seguían siendo en su mayoría hombres. 

En el jazz esta circunstancia se aprecia aún más. Buddy Bolden, Jelly Roll Morton, King Oliver, Louis Armstrong... todos los grandes nombres del jazz de Nueva Orleans fueron masculinos. Hasta el título del que es considerado como primer libro de jazz de la historia, publicado en 1939, resulta igual de revelador: Jazzmen, es decir la historia de los hombres del jazz.  No hay lugar para las mujeres. Pero, ¿por qué este olvido?, ¿jugaron un papel secundario?, ¿no hubo mujeres entre aquellos pioneros del jazz?

Como apunta Frank Tirro en su 'Historia del jazz clásico' el estereotipo popular suele restringir la contribución femenina a la música vocal: cantantes de blues clásico como ya hemos citado, las grandes divas del jazz (Billie Holiday, Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan) y alguna instrumentista ocasional. Además, aparte del machismo reinante en la época, existe otro factor social importante. Tradicionalmente los instrumentos de viento se reservaban para los hombres y los de cuerda (sobre todo el violín) quedaban relegados a las señoritas. Se daba, a su vez, una situación de monopolio por lo que muchos hombres sentían miedo a que las mujeres pudieran acceder a un empleo destinado solo a ellos.

domingo, 30 de octubre de 2011

¡¡Yo inventé el jazz!!



Fanfarrón, desmesurado, excesivo, violento, chulo, arrogante, mafioso, jugador, desafiante, socarrón o estrambótico son algunos de los calificativos que se le pueden aplicar. Pero, siendo justos, más allá del personaje y de esa controvertida fachada de evidente recreación - que en el fondo escondía a un buscavidas solitario y distante- nos encontramos a unos de los grandes músicos y compositores que ha dado Norteamérica, cuya genialidad ha traspasado la barrera del tiempo para situarlo donde se merece, en el Olimpo del jazz.

En su momento ya hablamos del halo de misterio que rodeaba a Buddy Bolden, el primer músico de jazz, debido a los escasos documentos disponibles sobre él; pues bien en esta ocasión es lo contrario. Todo lo que rodea a Jelly Roll Morton está sobredimensionado, exagaredo por él mismo o incluso distorsionado, por lo que no siempre resulta fácil dilucidar lo que es realidad o mero alarde. Una de las aproximaciones más serias y rigurosas hacia su persona fue la exhaustiva investigación de Alan Lomax recogida en libro 'Mister Jelly Roll', publicado en 1950, con testimonios basados en entrevistas personales y piezas grabadas para la Biblioteca del Congreso.

Jelly Roll Morton, además, era todo un especialista en reescribir la historia en la medida de su ego. Tal vez la más famosa de todas su afirmaciones se corresponde con la invención del jazz. En 1938, tras una época de inactividad, dirigió una carta al director de la revista DownBeat, con el fin de reconducir su carrera musical, que empezaba con la siguiente frase: "es manifiestamente sabido, sin ningún lugar a dudas, que Nueva Orleans es la cuna del jazz y resulta que yo fui su creador, en el año 1902".

En esa histórica carta Jelly Roll habla también de cuestiones estilísticas de la música jazz, de la rivalidad con W.C Handy y de otras muchas de sus aportaciones, entre ellas, llegó a asegurar que fue "el primer director-payaso, que decía cosas ocurrentes y vestía de forma llamativa, lo que hoy llaman un maestro de ceremonias". Para concluir la carta, utilizó la siguiente firma: "Jelly Roll Morton, creador del jazz, del stomp, artista para Victor y el mejor compositor de canciones hot del mundo".


Pero, ¿cómo era realmente 'el mejor compositor de canciones hot del mundo'?. Ferdinand Joseph LaMothe, es decir Jelly Roll Morton, nació en 1890 en Nueva Orleans, en el seno de una acomodada y elitista familia de criollos, contraria a cualquier integración racial. Aunque el propio Morton, para dar autenticidad a su relato sobre la invención del jazz, situaba su nacimiento en 1895 al tiempo que solía decir que su verdadero nombre era Ferdinand LaMenthe y que toda su familia provenía directamente de Francia.

A pesar de recibir formación clásica, desde adolescente empezó a trabajar como pianista en los burdeles de Storyville. En esa escuela forjó su verdadero estilo, a medio camino entre el ragtime y el blues. Como en su círculo familiar no estaba bien visto que alguien de su clase desperdiciara el tiempo tocando en el barrio más decadente de la ciudad, Morton se defendía diciendo que trabajaba como vigilante nocturno. Y en realidad no mentía del todo. Vigiliba, a través de una mirilla, la sala del prostíbulo, para hacer el acompañamiento que servía de coreografía al número de la prostituta. En función de lo sugerente de la interpretación de ambos recibía más o menos propinas.

Claro, cuando su bisabuela descubrió realmente a lo que se dedicaba, le echó de casa por ser una mala influencia para sus hermanas y una deshonra para la familia. Alrededor de 1904 dejó Nueva Orleans para nunca volver y empezó a deambular por todo el sur del país primero, llegando después hasta California, Canadá o incluso Alaska. Formó parte de compañías de minstrel y vaudeville, se dedicó a jugar a las cartas, se convirtió en proxeneta, hizo de todo con tal de sobrevivir. Por supuesto, nunca dejó de tocar el piano en cualquier barrelhouse o honky tonk que se preciara. Le gustaba hacer ostentación del dinero que ganaba. Tenía un diente de diamante y el guardarropa con trajes más amplio de todo Estados Unidos.

Su llegada a Chicago, hacia 1923, fue determinante para su carrera musical y se corresponde con su etapa más prolífica. Fue allí donde fundó su banda, los Red Hot Peppers, y dio rienda suelta a sus aptitudes como líder, compositor y arreglista. Realizó más de cien grabaciones y publicó rollos de pianola de sus composiciones. Eso sí, apenas interactuó con los músicos de Nueva Orleans que habitaban en la ciudad como Joe Oliver o el propio Louis Armstrong. Esta marginación le llevó a buscar trabajo como músico de publicidad. Conoció a los hermanos Melrose, unos blancos a los que consideró sus únicos amigos, que poseían una tienda de discos y una agencia de publicidad.

Según Gunther Schuller en su denso pero revelador y enciclopédico libro 'Jazz: sus raíces y su desarrollo' unas de las mayores aportaciones de Morton al jazz fue su interés por la forma musical que le llevó a introducir niveles de variedad y contraste desconocidos hasta entonces como las imaginativas yuxtaposiciones dentro de una misma pieza de polifonía, armonía, solo, contramelodía y el stop-time, uno de los rasgos distintivos de su música, utilizados todos ellos siempre como elementos estructurales individuales.

Hasta que Duke Ellington ampliara los límites de las posibilidades sonoras de una orquesta, los Red Hot Peppers de Morton fueron el paradigma de la interacción y compenetración de conjunto, tan característico del estilo de Nueva Orleans. Aunque a veces utilizara los métodos menos ortodoxos para conseguirlo. Hay una anécdota que describe la situación límite que el trombonista Zue Robertson vivió durante un sesión de grabación. Éste se negó a tocar una de las partes del mismo modo que aparecía en la partitura. Morton no dudó en sacar una pistola de su bolsillo y depositarla sobre el piano a modo de advertencia. Ni que decir tiene que en la siguiente toma el trombonista reprodujo las notas una a una tal cual las había concebido Morton.

La paradoja de Jelly Roll Morton es que, en vida, su música apenas influyó a sus contemporáneos. Esto puede ser debido a que su estilo representaba el fin de una línea, la tradición del jazz de Nueva Orleans y su evolución desde las formas primitivas del ragtime a la denomiada música hot. Además, en pleno apogeo de los Red Hot Peppers en los años veinte, el material que utilizaba Morton ya era visto como algo anacrónico. Por su parte, los pianistas de Harlem de los años treinta se burlaban de él porque lo consideraban una antigualla.

El 10 de julio de 1941 fallecía en Los Ángeles dejando un extenso legado musical que tal vez no haya sido del todo valorado en la historia del jazz, que siempre ha tendido más a destacar las anécdotas de las batallitas sobre el pasado y sus excesos discursivos que sus composiciones, grabaciones e innovaciones estilísticas.

De toda su discografía seleccionamos 'Hesitation Blues', a piano y voz, donde se observa ese toque ragtime con forma de blues pero con pasajes improvisados y un poderoso estilo vocal. En la composición de Joe Oliver 'Dr Jazz', por el contrario, perteneciente a la época de los Red Hot Peppers, apreciamos sus dotes como director de banda y arreglista al introducir las variedades formales y polifónicas de las que hemos hablado anteriormente. Puro sonido New Orleans.







"Un tipo con un gran pañuelo rojo en el cuello y sombrero de cowboy entró en nuestra tienda gritando 'atención todo el mundo, soy Jelly Roll Morton , el creador del jazz'; estuvo hablando como una hora sobre lo bueno que era y después se sentó en el piano y nos demostró todo lo bueno que había dicho que era, incluso mejor", Lester Melrose, publicista y padrino de la escena musical de Chicago.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Putas, alcohol y música jazz


En las antiguas Grecia y Roma, unas sacerdotisas portando sus arpas y liras se entregaban en cuerpo y alma a los excesos de Baco, dios del vino (Dionisio en su equivalente griego), símbolo del éxtasis y del frenesí que se valía de su aulós (una especie de oboe) para instigar al desenfreno y la despreocupación.

Mucho antes de que se acuñara el archiconocido sexo, drogas y rock'n'roll, el trinomio mujeres-alcohol-música ya era habitual en las celebraciones humanas. No sólo en las bacanales clásicas; desde las tabernas de la vieja Europa hasta los burdeles impresionistas del París que inspiró a Tolouse Latruec, pasando por los cabarets del Berlín más underground, la música jugaba un papel esencial como elemento ritual. En algunos casos -como el cabaret- ésta era reconocible, pero, en términos generales suponía un mero acompañamiento, no generó un caldo de cultivo por sí sola como para crear una forma de expresión artística tan rompedora e influyente como la que nos ocupa.

Tenemos que trasladarnos pues, una vez más, a los Estados Unidos, en concreto al sur del país, para asistir a uno de los fenómenos sociales más reveladores y a la vez intrigantes que ha dado Norteamérica. Espero que nadie vea en mis palabras una apología de la prostitución, de la bebida o de la explotación, pero creo que sí es importante resaltar la aportación que el citado trinomio tuvo para la música afroamericana de principios de siglo XX.

Ya hemos hablado aquí de los esclavos negros que trabajaban en las plantaciones de algodón de sol a sol (tema recurrente en la historia de la música negra y por tanto en el blog). Con casi total seguridad, la mayoría de ellos, en algún momento de su vida, pasaron por un juke-joint a tomarse una copa y divertirse. Y allí posiblemente encontrarían un músico itinerante, generalmente un pianista, que a ritmo de ragtime o blues, les ayudaría a evadirse por un instante de su afixiante rutina diaria. 

Los juke-joint eran cabañas de madera, situadas en las encrucijadas o cruces de caminos, donde se servía alcohol y comida al tiempo que se podía bailar o apostar. Etimológicamente, se cree que el término proviene de un dialecto criollo sureño, el Gullah, y viene a significar algo así como jaleo o bulla. En su origen eran lugares comunitarios construídos en las plantaciones y en los campos de trabajo con el fin de que los esclavos pudieran socializar.

Los músicos casi siempre eran pianistas nómadas que se movían de un lugar a otro gracias al ferrocarril, aunque también solían acompañarse de rudimentarios instrumentos de viento como armónicas o kazoos. Debido al bullicio, se veían obligados a cantar y tocar a un volumen muy elevado por lo que el estilo pianístico estaba más relacionado con el martilleo del ragtime y con algunas formas primitivas de blues como el boogie-woogie.



La palabra 'juke joint', además, pasó a formar parte de la jerga habitual del sur de los Estados Unidos. Sin embargo, con la aparición de los soportes sonoros de grabación, los músicos dejaron de ser rentables, por lo que en su lugar se instalaron las famosas jukebox.

Parecidos a los juke-point encontramos los conocidos como honky-tonk, locales para blancos en un primer momento, que en realidad son una evolución de los saloons del Oeste, es decir, lugares donde los trabajadores se reunían para beber. También proliferaron por el sur de los Estados Unidos, pero a parte del juego y los licores incorporaron un servicio extra: las prostitutas. Abrían las 24 horas del día y servían todo tipo de licores aunque su especialidad era el whisky. Su importancia fue tal que originaron un estilo propio de tocar el piano.

Una mezcla de los dos anteriores y ligado más a la ciudad, tenemos el barrel-house, aunque los límites entre los tres son un tanto difusos en ocasiones. Nacieron en los suburbios de Nueva Orleans durante los primeros años del siglo XX. Su nombre se debe a que el único mobiliario que utilizaban eran unas tablas de madera colocadas sobre barriles, que hacían la vez de mostrador. Solo ponían bebida, sobre todo brandy, whisky irlandés y vino. Por 5 centavos podías llenar el vaso con licor del barril.

Entre 1897 y 1917 la prostitución se legalizó en Storyville, el barrio rojo de Nueva Orleans y se multiplicaron los barrel-houses y honky-tonks. De pronto, un submundo de juego, putas y dinero emergió de las alcantarillas de la ciudad. Se estima que unas 2.000 prostitutas ejercieron su profesión en Storyville durante esos años. Generó tantas ganancias, que se situó como la segunda industria de la ciudad, después del tráfico portuario. Los chulos y traficantes campaban a sus anchas. Según comenta Clarence Williams, el pianista de Bessie Smith, hacia las cuatro de la madrugada, cuando la clientela bajaba, los chulos quedaban con sus chicas en las tabernas. La mayoría de esos chulos eran también músicos y jugadores que en épocas de mala racha iban a estos cuchitriles a intentar hacer dinero. Las reuniones se prolongaban toda la noche y venían pianistas de todas las regiones del sur.

En estos garitos de mala muerte nació y creció el jazz , debido a la mezcla de músicos de diferentes clases sociales. Un jugador empedernido, mujeriego y con fama de proxeneta como Jelly Roll Morton, perteneciente a una pequeña comunidad burguesa criolla, se juntaba con tipos de clase social más humilde como Sidney Bechet, Bunk Johnson, el mismísimo Louis Armstrong o Buddy Bolden. De esa diversidad de influencias surgió el nuevo estilo. Es precisamente Bolden -próximo protagonista del blog- un habitual de los burdeles, quien inauguró con su banda el Nancy Hanks' Saloon, uno de los locales con peor reputación de Nueva Orleans pero donde se oían, tal vez, los sonidos más excitantes...

El fragmento final pertenece a 'El Color Púrpura', película dirigida por  Steven Spielberg en 1985. El sensacional número musical Miss Celie's blues recrea con bastante fidelidad el ambiente de un juke joint, el Harpo's After.



"Way down, way down low so I can hear those whores drag their feet across the floor", Buddy Bolden a su orquesta. (Con calma, con calma para que pueda escuchar como esas putas arrastran sus pies por el suelo).

martes, 5 de julio de 2011

La música de los negros que tenían esclavos



Eran negros, pero con la piel más clara.  No tenían sus orígenes en África, sino que potenciaban sus raíces europeas. Descendían directamente de los primeros colonos de Nueva Orleans: franceses y españoles que se habían casado con mujeres de color o habían tenido hijos con sus esclavas negras. Este hecho les diferenciaba del resto de inmigrantes negros, principalmente esclavos.

Despreciaban a sus 'hermanos' negros afroamericanos. Vivían en barrios diferentes, hablaban dialectos diferentes (patois), tenían costumbres diferentes. Pertenecían a una acomodada clase media.  No querían que se les relacionase con la sociedad negra de la época. De hecho, muchos se declaraban igual o más racistas que algunos blancos. Otros incluso tenían sus propios esclavos. Los criollos o (creoles en su término inglés) eran negros que se sentían orgullosos de sus antecedentes europeos.

Todo cambió en 1894, cuando para el Código Legislativo de Louisiana cualquier ciudadano de ascendencia africana era considerado negro. Los criollos no lo eran, pero no les quedó más remedio que, progresivamente, establecer un contacto más estrecho con la clase baja negra. Esta aproximación dio como resultado una interesante mezcla musical que establecería los cimientos de un nuevo estilo.

Los músicos criollos estaban educados en la tradición clásica europea, sabían leer solfeo y tocaban varios instrumentos. Los dos primeros nombres asociados al nacimiento del jazz, Buddy Bolden y Jelly Roll Morton (ya citados con anterioridad en el blog) eran criollos. Morton, denominado a sí mismo como 'invetor del jazz', pertenecía a una comunidad burguesa criolla de Nueva Orleans, aunque cambió los recitales de salón de baile por el ambiente de  los burdeles de Storyville  donde aprendió a tocar el piano.  Morton, al igual que otros muchos músicos criollos, sentía especial devoción por uno de los estilos, que junto con el blues, conforman el carácter de la música jazz: el ragtime.

El ragtime surgió a mediados del siglo XIX en las comunidades afroamericanas del centro de los Estados Unidos, por tanto no es una música criolla, aunque también entronca directamente con esa tradición musical del viejo continente. Ya hablamos en el anterior post de cómo los blancos imitaban a los negros en los espectáculos de minstrel. Pues bien, con el ragtime fueron los negros quienes quisieron adoptar las formas de expresión blancas, especialmente, las derivadas de las marchas y valses europeos. La adaptación de esas formas a la música afroamericana dio origen a una de las características primordiales del ragtime: la síncopa.

El estilo alcanzó su máximo apogeo en el piano, instrumento que permitía con la mano izquierda realizar ese 'martilleo' percusivo tan característico, mientras que la mano derecha dibujaba todo tipo de acrobacias rítmicas. La mayoría de los ragtime estaban escritos en partitura, lo cual supuso que tuvieran gran difusión y se hicieran muy populares. En 1897 se publica el primer ragtime de la historia 'Mississippi Rag' de William Krell. A principios de siglo muchas obras llevaban la palabra 'rag' aunque realmente no tuvieran nada que ver con el estilo.

Pero hablar de ragtime es citar a Scott Joplin, el más grande de sus compositores. Nacido en Texas en 1868, a lo largo de su trayectoria musical compuso multitud de piezas siendo 'Maple Leaf Rag' su obra más famosa -llegó a vender un millón de partituras en la época-, aunque todo el mundo le recuerda por 'The Entertainer'.

Joplin puso además especial interés en fundir la música afroamericana con las principales tradiciones de composición occidental situándose a medio camino entre la música culta y la música de masas; el polirritmo africano y el formalismo europeo; entre la cultura intelectual y la cultura popular... Tal vez, sin saberlo, estableció las bases de la posterior evolución del jazz. Sin los ragtimes de Scott Joplin, la música de  grandes maestros como Duke Ellington o Fats Waller tendría un color diferente. Jelly Roll Morton jamás hubiera tocado un piano y el jazz no sería lo que es hoy...



"El piano era conocido entre nosotros como un instrumento para mujeres, pero yo no quería ser un afeminado. Quería casarme, formar una familia y ser un hombre entre los hombres, así que estudié otros instrumentos. Pero un día vi a un tipo tocar un ragtime de manera asombrosa, así que decidí que el piano era tan bueno para hombres como para mujeres", Jelly Roll Morton.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Nueva Orleans y su exótico carnaval de ritmos

King Oliver's Creole Jazz Band en 1921
Tuvo que ser fascinante. Una experiencia realmente embriagadora para el espíritu y única y estimulante para los sentidos. De esos momentos históricos que me hubiera gustado vivir en directo. Si pudiera retroceder al pasado y visitar un lugar y una época concreta, sin duda elegiría los primeros años del siglo XX, en Nueva Orleans, de entre mi lista de favoritos. Posiblemente en primer lugar.

Retrocedamos por un instante allí. Dejemos volar nuestra imaginación y viajemos con la mente hasta Congo Square, centro neurálgico del distrito viejo - el popular French Quarter- en el Nueva Orleans de principios del siglo pasado. Una multitud variopinta se congrega alrededor de los tambores; el  ritmo contínuo y preciso invita a bailar una danza frenética y tribal, los conocidos como ring shouts. Se oyen también desfiles de metales, cornetas festivas, bandas militares, marchas funerarias, el Mardi Grass...Todo era posible en Congo Square. Hasta los esclavos negros tenían vía libre por ley para cantar y bailar únicamente en ese lugar.

A diferencia de los orígenes del blues, en el rural y segregacionista estado de Mississippi, los comienzos del jazz tienen que ver con el carácter multiétnico, bullicioso y portuario de Nueva Orleans. También había racismo, por descontado, pero la herencia histórica (el estado de Lousiana perteneció a Francia y luego a España antes de pasar a formar parte de la Unión), la variedad racial (europeos, caribeños, africanos o norteamericanos), la amalgama cultural y el exotismo confirieron a la ciudad una atmósfera especial y un clima de efervescencia que ningún otro lugar del mundo tenía por aquel entonces. Por ese motivo suele decirse, en la historia oficial del jazz, que fue el caldo de cultivo ideal para el nuevo estilo...

Pero, ¿en qué momento exacto nació el jazz? ¿quiénes fueron sus creadores? ¿cuáles eran sus formas musicales?. Bien, aunque hay libros enteros que analizan estos aspectos en profundidad, voy a intentar dar unos matices aquí y ya entraremos más adelante en detalles. El jazz no nació un día concreto de la noche a la mañana, sino que se fue formando a través de diversas influencias y a lo largo de los años, en un período indeterminado que abarca casi todo el siglo XIX. El término más adecuado para entender el proceso sería sincretismo, es decir, mezcla de elementos culturales que anteriormente existían por separado, algo característico que se apreciará en toda la historia del jazz posterior.

Formas musicales como el ragtime (ritmos sincopados procedentes de los criollos negros),  los espirituales (cantos religiosos afroamericanos), el minstrel (representaciones teatrales cómicas donde los blancos pintados como negros ridiculizaban el estilo de vida éstos) y por supuesto el blues, se encuentran entre sus precursores. De todos ellos, los elementos estilísticos del ragtime y el blues se perfilan como la influencia decisiva para el surgimiento y evolución de la primera música jazz, ya en los albores del siglo XX.

Sin embargo hay otro aspecto determinante que no debemos obviar: el factor social. Storyville era por aquellos años el lugar al que todo el mundo iba. Una agitada vida nocturna se convirtió en el escenario idóneo para la proliferación de burdeles, mafiosos, diversión, alcohol y, como no, música. Pianistas, cantantes y bandas de toda índole vieron en la aparente libertad de The District (literalmente El Barrio, término utilizado por los propios músicos para referirse a Storyville) la oportunidad perfecta de ganarse la vida. Por allí se veía habitualmente a dos figuras claves en la historia del jazz:  Buddy Bolden, enigmático cornetista criollo, considerado como el 'Padre del Jazz', del que no se conserva ninguna grabación sonora y el pianista Jelly Roll Morton, emblemático personaje, borracho, fanfarrón y mujeriego que se atribuyó a sí mismo la invención del jazz.

Precisamente "Buddy Bolden's Blues" es una pieza homenaje de Jelly Roll Morton, interpretada a piano y voz, a uno de los temas más conocidos de Bolden, titulado "Funky Butt".

"Si no consigues poner aderezos españoles en las melodías, nunca tendrás lo que yo llamo el aliño adecuado para el jazz", Jelly Roll Morton.