Los que lo tienen, lo conseguirán,
Los que no, lo perderán
Como dice la Biblia
Y aún se dice hoy
Mamá puede tenerlo
Papá puede tenerlo
Pero Dios bendice al niño que tiene el suyo propio
Los fuertes conseguirán más
Mientras que los débiles se desvanecerán
Los bolsillos vacíos nunca dan la talla
Mamá puede tenerlo
Papá puede tenerlo
Pero Dios bendice al niño que tiene el suyo propio
Dinero, tienes cientos de amigos
Amontonándose alrededor de tu puerta
Pero cuando no queda más y el despilfarro finaliza
Nunca jamás vuelven
Las relaciones de riqueza,
Pan para hoy, hambre para mañana
Puedes servirte tú mismo, pero no cojas demasiado
Mamá puede tenerlo
Papá puede tenerlo
Pero Dios bendice al niño que tiene el suyo propio
Un increíble dolor en el centro de su vida. Resultaba imposible separar las
tribulaciones personales y sus miserias de un destino tan amargo. Estaba predestinada a sufrir. Las angustias de una niña que tuvo que hacerse mayor muy pronto,
tal vez demasiado: un padre ausente, una madre adolescente,
violaciones, malos tratos, alcohol, tabaco y drogas la llevaron por el mal
camino. Nunca supo enderezarse, quizá nunca quiso. O no la ayudaron lo suficiente. Deambuló de hombre en hombre, buscando una felicidad tan efímera como inalcanzable. Pequeña doliente, frágil mariposa de alas rotas, escarbó los bajos fondos. Y aún así quiso sentirse grande. Lo consiguió. Saboreó las mieles del éxito y encontró la forma ideal de defenderse: cantando.
Una noche de finales de 1940 el compositor Arthur Herzog Jr. se encontró con Billie Holiday que acababa de salir de cantar en el Cafe Society de Nueva York. Ni corto ni perezoso la abordó: "mira tengo esta idea y quiero que me des una de esas expresiones sureñas anticuadas que podamos convertir en canción". Holiday se quedó pensativa. No se le ocurrió nada en un primer momento, pero transcurridos unos segundos soltó una anécdota de su infancia cuando solía pedir dinero prestado a su madre. Y de repente pronunció una expresión "God bless the child". Herzog le preguntó por el significado de esa frase a lo que Billie respondió: "es lo que siempre se decía cuando tu madre tenía dinero, tu padre tenía dinero, tu hermana y tu prima tenían dinero, pero tú no tenías ni un centavo: que Dios bendiga al niño que tenga su propio dinero".
Una noche de finales de 1940 el compositor Arthur Herzog Jr. se encontró con Billie Holiday que acababa de salir de cantar en el Cafe Society de Nueva York. Ni corto ni perezoso la abordó: "mira tengo esta idea y quiero que me des una de esas expresiones sureñas anticuadas que podamos convertir en canción". Holiday se quedó pensativa. No se le ocurrió nada en un primer momento, pero transcurridos unos segundos soltó una anécdota de su infancia cuando solía pedir dinero prestado a su madre. Y de repente pronunció una expresión "God bless the child". Herzog le preguntó por el significado de esa frase a lo que Billie respondió: "es lo que siempre se decía cuando tu madre tenía dinero, tu padre tenía dinero, tu hermana y tu prima tenían dinero, pero tú no tenías ni un centavo: que Dios bendiga al niño que tenga su propio dinero".