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lunes, 13 de febrero de 2012

La capital mundial del jazz



Cuando uno pasea por Michigan Avenue una fría tarde de invierno siente el gélido viento procedente del Lago Michigan golpear su rostro. A duras penas consigue avanzar unos pasos. Aunque el cielo amenaza nieve, mira hacia arriba y posiblemente aprecie los rascacielos mas impresionantes jamás construidos en el mundo. Las mejores vistas de la ciudad desde el Hancock Center; la torre más alta de Estados Unidos, Sears Tower; las 'torres gemelas' Marina Towers, el edificio del Chicago Tribune... Todos lucen majestuosos. Continua un poco más para cruzar al otro lado del río Chicago. El Loop, también distrito financiero, aguarda entre neones. Cabarets, salones de baile, salas de fiestas y, como no, teatros. Gira por Lake Street hasta el cruce con State. Allí la silueta del iconográfico Chicago Theater, se envuelve bajo la densa tormenta de nieve en esa desapacible tarde de invierno. No muy lejos de ese lugar se encuentra, Maxwell Street, la calle del blues, donde los afroamericanos que llegaban del sur se ponían a tocar. A unas millas de distancia el 'barrio sur', uno de los mayores ghettos negros de Estados Unidos. Bienvenidos a Chicago...

Si a principios de siglo XX, Nueva Orleans era un hervidero musical en ebullición, durante los locos años 20, ese honor le corresponde a 'la ciudad del viento'. Allí se gestó la música más hot del planeta. Por tanto, descubrir Chicago es adentrarse en la propia historia del jazz (también del blues). Como insinúa Leroi Jones en 'Blues People' la ciudad era algo así como "la capital musical de Norteamérica". Había inmigrantes negros, blancos, cantantes de blues rural, estilistas clásicos, músicos de 'fiestas del alquiler', músicos de Nueva Orleans, músicos jóvenes negros y músicos jóvenes blancos. Y todos escuchaban y reaccionaban ante ese choque de culturas.

En la mitología del jazz suele situarse a Chicago como punto final de los recorridos fluviales que, río Mississippi arriba, partían de Nueva Orleans. La imagen no puede ser más poética: barcos de turistas con músicos de jazz amenizando la velada de fondo. Sólo hay un pequeño problema. El río Mississippi discurre bastante lejos de Chicago. Todos los negros que llegaron a la ciudad procedentes del sur lo hiceron por ferrocarril. Como ya dijimos en 'La Gran Migración Musical' casi toda la música de Nueva Orleans se grabó en Chicago. Pero además se da una doble paradoja porque muchos de los sonidos asociados al jazz de Chicago evolucionaron en Nueva York.

martes, 19 de abril de 2011

Music is my mistress

El título de la biografía de Duke Ellington, publicada en 1973 originalmente, es la inspiración de la que este blog toma su nombre. No por casualidad; refleja a la perfección el espíritu con el que nace. La música como amante va más allá de lo llamativo y morboso del juego de palabras -real y acertado, por otra parte-, sino que pretende profundizar de manera apasionada en las historias, curiosidades y anécdotas que se esconden detrás de los estilos musicales, discos, canciones, personajes o geografías. Al fin y al cabo, la música puede ser tan adictiva, pasional y estimulante como la mejor de las amantes.

Me centraré sobre todo en el jazz y en el blues, porque básicamente casi toda la música popular del siglo XX tiene su origen de una u otra manera en estos dos géneros. ¿Qué sería del rock sin la influencia decisiva del blues? ¿No existe acaso una analogía, casi indéntica, entre algunos fraseos del hip hop y la técnica del scat vocal que inventó Louis Armstrong? Aún así, también habrá cabida para otros géneros, e incluso manifestaciones culturales como el cine, la literatura, la fotografía o la moda cuando tengan algún tipo de conexión con la música, lo cual no es infrecuente.


En lo que se refiere al protagonista de este post, hay que decir que el gran sueño americano se materializa en la persona de Edward Kennedy Ellington. Hijo único, de clase media-alta,  nacido en 1899 en un barrio residencial de Washington DC, que llegó a convertirse en uno de los músicos de jazz de mayor fama mundial. Pero su figura como pianista, compositor (creó más de 1500 piezas musicales), arreglista o director de orquesta no es lo que quisiera resaltar aquí (aunque gracias a ello se haya ganado un lugar en la historia). Me interesa mucho más su faceta como ideólogo, en concreto como ideólogo del jazz.

It don't mean a thing if it ain't got that swing es mucho más que un mero standard del Real Book. Constituye toda una filosofía vital que trasciende lo musical : carece de sentido si no tiene swing. ¿Y qué es tener swing? Ojalá lo supiera. El swing se puede reconocer, experimentar, sentir, tocar o incluso soñar, pero muy pocos afortunados saben realmente cómo crear algo con swing. Duke Ellington era uno de ellos. Basta con un breve repaso a su extensa discografía para darnos cuenta. Sophisticated Lady, Mood Indigo, In a Sentimental Mood, Satin Doll o -mi favorita- Take the A train son obras maestras, llenas de genialidad y por supuesto mucho swing.

Pero ya habrá tiempo para adentrarnos con calma en la obra de Duke y otros nombres relevantes de la historia del jazz. De momento, como presentación, creo que es suficiente. Será un placer que me acompañéis y compartamos juntos a través del blog experiencias, conocimientos y, si llega el caso, amantes...

Bienvenidos.

"Lovers have come and gone, but only my mistress stays"
(Las amantes van y vienen, pero sólo la música permanece)