jueves, 28 de marzo de 2013

El mito de Storyville como cuna del jazz

 
"Ninguna de las primeras bandas de jazz tocó en los prostíbulos de Storyville, principalmente porque los dueños creían que cuando la gente bailaba no consumía", Donald M. Marquis, autor de "In search of Buddy Bolden first man of jazz"

¿Queréis venid conmigo a través del Mississippi? Cogeremos un barco hacia la tierra de los sueños, navegando río abajo en dirección a Nueva Orleans. La banda ya está allí preparada para recibirnos. Nos encontraremos con los viejos amigos. El día y la noche se fundirán en uno solo. Cielo y tierra están en Basin Street. Dejadme que os hable de Basin Street... Es algo más que una calle: es el lugar donde la élite siempre se reune. Nunca sabréis lo agradable que pudo llegar a ser, nunca llegaréis a entender todo lo que significó...

Todo amante del jazz ha oído hablar alguna vez de Basin Street -aunque solo haya estado en Nueva Orleans con la imaginación- gracias al eterno 'Basin Street Blues', uno de los estándares más conocidos del repertorio jazzístico, el reflejo con nostalgia de una época pasada, feliz y desenfrenada. En efecto Basin Street, a parte de una de las avenidas principales del French Quarter -centro de Nueva Orleans-, era la entrada a Storyville, el famoso "distrito rojo" del que ya hemos hablado en más de una ocasión. Según se ha contado siempre en la historia oficial allí es donde surgió el jazz, versión basada sin duda en las declaraciones de los músicos que vivieron esa época. 

"Siempre se tocaba buena música en Storyville" decía Louis Armstrong. "Fueron días felices, muy felices" recordaba el clarinetista Alphonse Picou. "Los salones nunca cerraban, niños y adultos caminaban por sus calles bailando y tarareando melodías de jazz", añoraba el pianista Spencer Williams, autor de 'Basin Street Blues'. "Había incontables sitios de entretenimiento que empleaban a músicos", reconocía el banjoista Danny Barker. "Ese lugar era algo que nadie había visto antes: brillaban luces de todos los colores, la música que se oía en la calle provenía de todas partes", confesaba Jelly Roll Morton. Todo suena demasiado idílico, demasiado maravilloso, demasiado irreal... Aquí lo hemos dado por hecho en entradas precedentes, pero nunca está de más escuchar a los espíritus críticos y revisar lo que uno creía por verdadero.

jueves, 14 de marzo de 2013

Gritos en el dique del Mississippi

Foto - Janet Neusome, 1927

Conducir por las rectilíneas y solitarias carreteras de región del Delta no asegura ver el río. Una barrera infranqueable lo impide. El legendario Mississippi no solo da nombre al estado, también supone toda una institución que va mucho más allá del mero accidente geográfico. Si las civilizaciones antiguas florecieron cerca de los grandes ríos como el Tigris y el Eúfrates, otro tipo de pobladores -quizá menos trascendentes, aunque nunca se sabe- escribieron su intrahistoria junto a las riberas de este descomunal río que atraviesa el estado de norte a sur.

Granjas, bosques, pantanos, cabañas, poblaciones y las extensas plantaciones de algodón... el río las cruza, las serpentea, las acaricia, las dota de vida en su imparable camino hacia la desembocadura en el Golfo de México, cerca de Nueva Orlenas. Pero con frecuencia, el Mississippi, también se enfurece, se desborda y arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Las inundaciones han quedado marcadas en el recuerdo de sus habitantes. Algunas fueron históricas, otras eran tan devastadoras que solo las copas más altas de los árboles quedaban impunes de las crecidas del río.

En 1451 el explorador español Hernando de Soto descubrió unas aguas que bautizó como Río Grande, fue el primer europeo en adentrarse en ellas, aunque los chotcaws -antiguos pobladores de la zona- ya se habían asentado, temerosos, desde tiempos inmemoriales en unos montículos que bordeaban el río. Ellos fueron en realidad los pioneros en intentar domar las aguas del Mississippi, aunque su apuesta resultó infructuosa. No será hasta principios del siglo XIX, en plena esclavitud, cuando se empezó a diseñar un primitivo sistema de diques para contener las crecidas. Pero la fuerza del río grande superaba cualquier estrategia humana por contrarrestarla. En los años posteriores a la Guerra de Secesión, se construyó un dique más fuerte y resistente; las fértiles tierra de la llanura aluvial del Mississippi pudieron descansar por fin sin miedo a ser regadas de improviso. El dique del Mississippi representa uno de los sistemas de contención más grandes del mundo y una de las obras de ingeniería más asombrosas de Estados Unidos.