domingo, 25 de septiembre de 2011

La leyenda del primer músico de jazz


Nueva Orleans. Una vieja fotografía fechada antes de 1895. En ella se ve un sexteto de músicos criollos presentando una formación típica de la época. Cornetas, clarinete, trombón de válvulas, contrabajo y guitarra. Puede que también hubiera un batería pero no quedó reflejado en la instántanea. Nada se sabe del fotógrafo que la hizo o del momento de la escena en el que fue tomada. Quizás después de una actuación callejera por alguno de los parques de la ciudad. Aunque, en realidad, tampoco importa mucho...

El enigma constituye algo consustancial a la música jazz. Forma parte de su personalidad, de su magia y de su inmenso poder de evocación. Cientos de historias de músicos, de personajes, de amantes, de grabaciones, de ciudades, de locales  y, por supuesto, de canciones han quedado ocultos tras la aplastante losa que supone el paso del tiempo. Podemos especular con algunos datos pero tal vez nunca sabremos realmente todo lo que el jazz ha dado de sí.

En ese sentido, en la historia apócrifa del jazz la figura de Buddy Bolden es una de las más enigmáticas de todas las que nos podemos encontrar, sino la que más. Mucho se ha escrito sobre él y pocas son las referencias, por lo que (casi) siempre suele contarse lo mismo. Todo lo que sabemos pertenece a testimonios de sus coetáneos y con frecuencia al ámbito de la conjetura o la recreación, donde, tal vez se sitúe el inicio de su leyenda.

Aunque se cree que realizó algunas grabaciones, lamentablemente ninguna de ellas ha llegado hasta nuestros días. Sólo la foto de su banda, la única que se conserva de él. Mucho antes de que Louis Armstrong revolucionara el mundo de la trompeta (y del jazz en general), Bolden  hacía sonar su corneta en alguna de las numerosas bandas que agitaban la ciudad. Los recuerdos (quizá difusos, quizá inventados) de un jovencito Armstrong resultan reveladores:

"Buddy Bolden fue uno de los primeros maestros del género. Recuerdo haberle oído por primera vez cuando tenía cinco años. Bolden y sus muchachos actuaban en el Funky Butt Hall, primero una media hora en la calle, frente a las puertas del Hall y luego en el interior. Los niños escuchábamos desde el otro lado de la calle y lo pasábamos en grande bailando su música. Cuando la banda entraba en el Hall, nos volvíamos a casa. Ésa fue la primera vez que oí tocar a Buddy Bolden y tenía uno de los sonidos más potentes que jamás había escuchado."

Con la mente puesta en recrear ese sonido, el clarinetista Sidney Bechet, también coétaneo de Bolden, compuso 'Buddy Bolden Stomp'.


Charles 'Buddy' Bolden nació en Nueva Orleans, en 1877.  Su profesión real era la de barbero, ya que su padre regentaba una barbería en Franklin Street, en pleno Storyville, pero su verdadera pasión fue la corneta, antecendente de la trompeta actual. Como curiosidad emulaba ser periodista editando The Cricket, un panfleto incendiario que se hacía eco de todos los rumores y escándalos locales. De hecho, ocasionalmente trabajaba como soplón para la policía, debido a su gran conocimiento de los bajos fondos de la ciudad.

A pesar de que lo habitual para un músico de viento era comenzar en las bandas de metales que tocaban marchas y polkas, la primera vez que Bolden se introdujo en la vida musical pública fue gracias a los conjuntos de cuerda que actuaban en bailes y fiestas. A mediados de los años 90 del siglo XIX, en la trasera de su barbería empezó a reunir una banda junto con el trombonista Willy Cornish, compañero de andanzas musicales.

Bolden no sabía leer música.  Según 'In searh of Buddy Bolden: First Man of Jazz' de Donal M. Marquis- una de las mejores obras para acercarse al personaje- cuando olvidaba un pasaje musical, empezaba a inventar adornos que los oyentes disfrutaban más que la propia música escrita. Le gustaba improvisar, algo totalmente innovador para la época. Pero el rasgo que realmente diferencia  la banda de Bolden del resto de agrupaciones era el afán por fusionar los ritmos sincopados del ragtime y las inflexiones del blues, preparando el terreno para lo que sería la transición al jazz.

En 1939 el libro Jazzmen (el primero sobre historia del jazz del que ya hablaremos en profundidad) describe el sonido de Bolden como único e inigualable. Cuando soplaba su corneta en Gretna, a las afueras, las notas traspasaban el río Mississippi hasta llegar a la parte alta de Nueva Orleans. Durante el día tocaba en todo tipo de fiestas privadas, picnics y celebraciones. Por la noche se dejaba caer por los salones, burdeles y barrel-houses del distrito negro.

También se le podía ver por parques públicos, donde eran habituales las actuaciones nocturnas. Cuando Bolden tocaba en Johnson Park y aún no tenía la audiencia suficiente, gritaba 'es hora de que los negritos vuelvan a casa', después introducía su corneta en uno de los agujeros de la valla y emitía unas notas de llamada para alertar a los que se encontraban en el cercano parque de Lincoln de que la actuación iba a comenzar. El parque se llenaba en apenas unos minutos.

La única mención en prensa que tuvo en vida no se debe a su música, sino a que fue detenido por agredir a su suegra con un jarrón. Hacia 1906, su carácter violento, los problemas con el alcohol y su inestabilidad mental -padecía esquizofrenia-  le recluyeron a un manicomio en Jackson donde pasó el resto de su vida hasta su muerte en 1931. Cuando las primeras grabaciones de jazz surgieron en los años 20, el estilo de tocar de Bolden había pasado de moda, por lo que ningún disco pudo reflejar con fidelidad su sonido.

Sin embargo, para la historia ha quedado el famoso 'Buddy Bolden Blues' o 'I thought I heard Buddy Bolden say', homenaje de Jelly Roll Morton basándose en el 'Funky Butts' compuesto por Bolden. Tema emblemático que ya usamos para ilustrar el éxotico carnaval de ritmos de Nueva Orleans y ahora lo recuperamos en una versión poliinstrumental, donde destaca Sidney Bechet al clarinete, en un estilo mucho más cercano al sonido Buddy Bolden.




"La policía te metía en la cárcel si te oía cantar aquella canción. Yo acababa de empezar con el clarinete, tenía seis o siete años y Bolden estaba haciendo una competición entre los miembros de la Imperial Band, que estaban subidos a un camión. Bolden empezó su tema, la gente comenzó a cantar y los policías se pusieron a aporrearles en la cabeza", Sidney Bechet sobre 'Buddy Bolden Blues'.

Pie de foto. De pie, de izquierda a derecha:  Jimmie Johnson (contrabajo), Buddy Bolden (corneta),  Willie Cornish (trombón) y Willie Warner (corneta). Sentados: Brock Mumford (guitarra) y Frank Lewis (clarinete).

jueves, 8 de septiembre de 2011

Putas, alcohol y música jazz


En las antiguas Grecia y Roma, unas sacerdotisas portando sus arpas y liras se entregaban en cuerpo y alma a los excesos de Baco, dios del vino (Dionisio en su equivalente griego), símbolo del éxtasis y del frenesí que se valía de su aulós (una especie de oboe) para instigar al desenfreno y la despreocupación.

Mucho antes de que se acuñara el archiconocido sexo, drogas y rock'n'roll, el trinomio mujeres-alcohol-música ya era habitual en las celebraciones humanas. No sólo en las bacanales clásicas; desde las tabernas de la vieja Europa hasta los burdeles impresionistas del París que inspiró a Tolouse Latruec, pasando por los cabarets del Berlín más underground, la música jugaba un papel esencial como elemento ritual. En algunos casos -como el cabaret- ésta era reconocible, pero, en términos generales suponía un mero acompañamiento, no generó un caldo de cultivo por sí sola como para crear una forma de expresión artística tan rompedora e influyente como la que nos ocupa.

Tenemos que trasladarnos pues, una vez más, a los Estados Unidos, en concreto al sur del país, para asistir a uno de los fenómenos sociales más reveladores y a la vez intrigantes que ha dado Norteamérica. Espero que nadie vea en mis palabras una apología de la prostitución, de la bebida o de la explotación, pero creo que sí es importante resaltar la aportación que el citado trinomio tuvo para la música afroamericana de principios de siglo XX.

Ya hemos hablado aquí de los esclavos negros que trabajaban en las plantaciones de algodón de sol a sol (tema recurrente en la historia de la música negra y por tanto en el blog). Con casi total seguridad, la mayoría de ellos, en algún momento de su vida, pasaron por un juke-joint a tomarse una copa y divertirse. Y allí posiblemente encontrarían un músico itinerante, generalmente un pianista, que a ritmo de ragtime o blues, les ayudaría a evadirse por un instante de su afixiante rutina diaria. 

Los juke-joint eran cabañas de madera, situadas en las encrucijadas o cruces de caminos, donde se servía alcohol y comida al tiempo que se podía bailar o apostar. Etimológicamente, se cree que el término proviene de un dialecto criollo sureño, el Gullah, y viene a significar algo así como jaleo o bulla. En su origen eran lugares comunitarios construídos en las plantaciones y en los campos de trabajo con el fin de que los esclavos pudieran socializar.

Los músicos casi siempre eran pianistas nómadas que se movían de un lugar a otro gracias al ferrocarril, aunque también solían acompañarse de rudimentarios instrumentos de viento como armónicas o kazoos. Debido al bullicio, se veían obligados a cantar y tocar a un volumen muy elevado por lo que el estilo pianístico estaba más relacionado con el martilleo del ragtime y con algunas formas primitivas de blues como el boogie-woogie.



La palabra 'juke joint', además, pasó a formar parte de la jerga habitual del sur de los Estados Unidos. Sin embargo, con la aparición de los soportes sonoros de grabación, los músicos dejaron de ser rentables, por lo que en su lugar se instalaron las famosas jukebox.

Parecidos a los juke-point encontramos los conocidos como honky-tonk, locales para blancos en un primer momento, que en realidad son una evolución de los saloons del Oeste, es decir, lugares donde los trabajadores se reunían para beber. También proliferaron por el sur de los Estados Unidos, pero a parte del juego y los licores incorporaron un servicio extra: las prostitutas. Abrían las 24 horas del día y servían todo tipo de licores aunque su especialidad era el whisky. Su importancia fue tal que originaron un estilo propio de tocar el piano.

Una mezcla de los dos anteriores y ligado más a la ciudad, tenemos el barrel-house, aunque los límites entre los tres son un tanto difusos en ocasiones. Nacieron en los suburbios de Nueva Orleans durante los primeros años del siglo XX. Su nombre se debe a que el único mobiliario que utilizaban eran unas tablas de madera colocadas sobre barriles, que hacían la vez de mostrador. Solo ponían bebida, sobre todo brandy, whisky irlandés y vino. Por 5 centavos podías llenar el vaso con licor del barril.

Entre 1897 y 1917 la prostitución se legalizó en Storyville, el barrio rojo de Nueva Orleans y se multiplicaron los barrel-houses y honky-tonks. De pronto, un submundo de juego, putas y dinero emergió de las alcantarillas de la ciudad. Se estima que unas 2.000 prostitutas ejercieron su profesión en Storyville durante esos años. Generó tantas ganancias, que se situó como la segunda industria de la ciudad, después del tráfico portuario. Los chulos y traficantes campaban a sus anchas. Según comenta Clarence Williams, el pianista de Bessie Smith, hacia las cuatro de la madrugada, cuando la clientela bajaba, los chulos quedaban con sus chicas en las tabernas. La mayoría de esos chulos eran también músicos y jugadores que en épocas de mala racha iban a estos cuchitriles a intentar hacer dinero. Las reuniones se prolongaban toda la noche y venían pianistas de todas las regiones del sur.

En estos garitos de mala muerte nació y creció el jazz , debido a la mezcla de músicos de diferentes clases sociales. Un jugador empedernido, mujeriego y con fama de proxeneta como Jelly Roll Morton, perteneciente a una pequeña comunidad burguesa criolla, se juntaba con tipos de clase social más humilde como Sidney Bechet, Bunk Johnson, el mismísimo Louis Armstrong o Buddy Bolden. De esa diversidad de influencias surgió el nuevo estilo. Es precisamente Bolden -próximo protagonista del blog- un habitual de los burdeles, quien inauguró con su banda el Nancy Hanks' Saloon, uno de los locales con peor reputación de Nueva Orleans pero donde se oían, tal vez, los sonidos más excitantes...

El fragmento final pertenece a 'El Color Púrpura', película dirigida por  Steven Spielberg en 1985. El sensacional número musical Miss Celie's blues recrea con bastante fidelidad el ambiente de un juke joint, el Harpo's After.



"Way down, way down low so I can hear those whores drag their feet across the floor", Buddy Bolden a su orquesta. (Con calma, con calma para que pueda escuchar como esas putas arrastran sus pies por el suelo).