"Ninguna de las primeras bandas de jazz tocó en los prostíbulos de Storyville, principalmente porque los dueños creían que cuando la gente bailaba no consumía", Donald M. Marquis, autor de "In search of Buddy Bolden first man of jazz"
¿Queréis venid conmigo a través del Mississippi? Cogeremos un barco hacia la tierra de los sueños, navegando río abajo en dirección a Nueva Orleans. La banda ya está allí preparada para recibirnos. Nos encontraremos con los viejos amigos. El día y la noche se fundirán en uno solo. Cielo y tierra están en Basin Street. Dejadme que os hable de Basin Street... Es algo más que una calle: es el lugar donde la élite siempre se reune. Nunca sabréis lo agradable que pudo llegar a ser, nunca llegaréis a entender todo lo que significó...
Todo amante del jazz ha oído hablar alguna vez de Basin Street -aunque solo haya estado en Nueva Orleans con la imaginación- gracias al eterno 'Basin Street Blues', uno de los estándares más conocidos del repertorio jazzístico, el reflejo con nostalgia de una época pasada, feliz y desenfrenada. En efecto Basin Street, a parte de una de las avenidas principales del French Quarter -centro de Nueva Orleans-, era la entrada a Storyville, el famoso "distrito rojo" del que ya hemos hablado en más de una ocasión. Según se ha contado siempre en la historia oficial allí es donde surgió el jazz, versión basada sin duda en las declaraciones de los músicos que vivieron esa época.
"Siempre se tocaba buena música en Storyville" decía Louis Armstrong. "Fueron días felices, muy felices" recordaba el clarinetista Alphonse Picou. "Los salones nunca cerraban, niños y adultos caminaban por sus calles bailando y tarareando melodías de jazz", añoraba el pianista Spencer Williams, autor de 'Basin Street Blues'. "Había incontables sitios de entretenimiento que empleaban a músicos", reconocía el banjoista Danny Barker. "Ese lugar era algo que nadie había visto antes: brillaban luces de todos los colores, la música que se oía en la calle provenía de todas partes", confesaba Jelly Roll Morton. Todo suena demasiado idílico, demasiado maravilloso, demasiado irreal... Aquí lo hemos dado por hecho en entradas precedentes, pero nunca está de más escuchar a los espíritus críticos y revisar lo que uno creía por verdadero.