“My only sin is in my skin”, ‘Black and blue’.
((NOTA: Recupero este artículo antiguo publicado en julio de 2012 en Cuadernos de Jazz después de una investigación que me sugirió su difunto director Raul Mao al que estaré siempre agradecido. Hay muchos más artículos en esta línea de Cuadernos de Jazz y otros medios que iré recuperando para compartirlo con los lectores del blog.))
La década de los 50 trajo a Louis Armstrong una merecida reputación. Más que la fama —que nunca buscó— lo que le interesaba principalmente era el cariño del público. Durante los años anteriores, la carrera de Pops (apodo cariñoso) había ido aumentando en notoriedad. En los años 30 y 40 era habitual verle colaborar con las grandes estrellas del jazz del momento, realizando multitudinarias giras por Europa o participando en películas de Hollywood.
Los lectores de la revista Down Beat le eligieron en 1952 como “la
figura musical más importante de todos los tiempos” por delante de Duke
Ellington, Glenn Miller o incluso Bach. En plena escalada de popularidad,
cuando ya había demostrado todo lo que tenía que demostrar desde un punto de
vista musical e innovador, Louis se vio envuelto en un asunto turbio relacionado
con unos sucesos raciales, en el conocido como ‘caso Little Rock’.
En 1954 la Corte Suprema estadounidense
prohibió la segregación racial en las escuelas; negros y blancos deberían
convivir pacíficamente en las aulas por imperativo legal. Pero en Little Rock,
Arkansas, no lo entendieron así. El gobernador Orville Faubus quiso mantener
las escuelas blancas. En un instituto, una muchedumbre blanca recibió a padres
y niños negros entre gritos, insultos y escupitajos. El suceso fue muy comentado
en todo el país y acaparó la atención de los medios de comunicación.
Críticas y conciertos cancelados
Al día siguiente sus palabras trascendieron
el ámbito local y llegaron a todo el país. Down
Beat dijo que “ese estallido verbal había resonado en todo el mundo”. A
Armstrong le cayó un aluvión de críticas de todas partes. Colegas de profesión
como Sammy Davis Jr. llegaron a asegurar que “no se puede expresar una opinión
sobre temas como la discriminación y la integración y luego presentarse frente
a audiencias segregacionistas”.
Sin embargo, a la semana
siguiente el presidente Eisenhower envió las tropas federales a Little Rock
para forzar la integración. Esto fue interpretado como una victoria por parte
de la población negra y por el propio Armstrong que en cierto modo veía como
sus palabras habían acelerado una intervención gubernamental.
No obstante, la dinámica de
exabruptos hacia Armstrong no paró. El New
York Herald Tribune publicaba que el trompetista había decidido cancelar
una gira por la Unión Soviética
patrocinada por el gobierno y en la que iba en calidad de embajador cultural de
los Estados Unidos. Este hecho no hizo sino complicar más las cosas, ya que le
valió los reproches de los sectores más conservadores al acusarlo de colaboracionista
con la propaganda rusa. Poco después la Universidad de Arkansas cancelaba otro concierto
que tenía programado con él.
El FBI vigila
Y en este clima alterado, agentes
del FBI monitorizaron minuciosamente todas las acciones del músico desde los
primeros coletazos del caso Little Rock: de artículos de prensa hasta cartas
anónimas enviadas por ciudadanos de a pie. De hecho, según recoge Jazz Times, era relativamente habitual
que los servicios de inteligencia estadounidenses siguieran la pista de músicos
de jazz para controlar todos sus movimientos y asegurarse de que no incurrían
en prácticas peligrosas, sobre todo
teniendo en cuenta el contexto de la Guerra
Fría. Duke Ellington, Nat King Cole, Charles Mingus o Max
Roach tuvieron el dudoso honor de ser custodiados
por los agentes federales.
En lo que respecta a Louis
Armstrong, estos informes reflejan desde acciones mundanas —una persona que
tenía su número de teléfono—, conexiones con la causa negra —un ciudadano
notifica que ha recibido una carta de la Asociación de Actores Negros, firmada por
Armstrong como vicepresidente—, hasta cuestiones más peligrosas. Por ejemplo,
se recoge como en 1957 en Knoxville, Tennesse, alguien hace explotar dinamita
cerca de donde estaba actuando Satchmo.
También hay experiencias de tinte
político. El 21 de septiembre de 1957 otro ciudadano asegura que Louis
Armstrong es comunista, al igual que otros conocidos músicos negros, y solicita
a los Servicios Federales que le retiren el pasaporte. La cancelación de la gira
por la URSS
generó, a su vez, un buen número de documentos.
Estos cables eran totalmente confidenciales y para uso exclusivo del gobierno
de los Estados Unidos. En ellos aparece referenciado el nombre de Louis
Armstrong, pero también Satchmo, el apodo con el que era conocido popularmente.
Igualmente recogían documentos oficiales de la
Casa Blanca , invitaciones a eventos y hojas
de registro de hotel. Se informaba pormenorizadamente de todos sus movimientos.
Embajador del jazz
A pesar de estas investigaciones
y de los sucesos de Little Rock, el Departamento de Estado, a partir de 1960,
siguió contando con él como embajador de buena voluntad debido a la entusiasta
respuesta del público y a la creciente demanda de jazz en todo el mundo. Esas
giras, especialmente cuando actuaba en África, coparon las portadas de la
prensa y era bastante común ver a Armstrong fotografiado con funcionarios
africanos vestidos de manera exótica.
Los incidentes raciales no parecieron
pasarle factura en lo relacionado con su popularidad. Armstrong siguió hablando
de temas raciales aunque tuvo que enfrentarse a una paradójica realidad: su
público mayoritario, el que compraba sus discos e iba a sus conciertos, era
blanco. De hecho, en 1959 declaró a una revista negra que no tenía intención de
volver a tocar en Nueva Orleans, ya que los blancos de su ciudad natal no le
aceptaban.
Según apunta James Lincoln
Collier en su biografía sobre el trompetista, Armstrong no fue un hombre
elaborado desde el punto de vista político. Aun así no era tan ingenuo como
para obviar que en cierto modo el Departamento de Estado le estaba utilizando
para ocultar un sistema racial que él mismo desaprobaba.
Bibliografía:
- ‘Louis
Armstrong: an American Genius’. James Lincoln Collier. 1983. Javier Vergara
Editor (ed. 1987).
- ‘Louis
Armstrong cancels trip to Rusia’. 1957. History.com
- ‘Jazz
and the FBI: Guilty Until Proven Innocent’. Jazztimes. Andrew W. Lehren.
2009.
- Archivos
completos del FBI. Fuente: www.africanafrican.com
- Federal Bureau
of Investigation. Fuente: www.negroartist.com
Te has ganado un nuevo seguidor :)
ResponderEliminarComo siempre, un placer visitar tu blog.
ResponderEliminar