lunes, 14 de enero de 2013

Cornetistas ocultos de Nueva Orleans

Freddie Keppard rechazó entrar en la historia

La historia siempre la escriben los ganadores. De eso no hay duda. Y la música no es una excepción. En el jazz, en concreto, los músicos que trascendieron no lucharon en ninguna guerra. Aunque sí libraron otro tipo de batallas. Y las ganaron. La fundamental: inmortalizar su música en un registro sonoro. Los que han llegado hasta nuestros días lo han hecho por méritos propios, pero también por un factor en cierto modo casual. Ahí están sus avances, su técnica,  su sonido, los testimonios, los archivos... pero si no hubieran grabado posiblemente no les hubiéramos conocido. No es cuestión de hacer un planteamiento crítico revisionista sobre la historia del jazz. Los historiadores nos ofrecen variadas y fidedignas fuentes para construir un discurso coherente y sólido que pone a cada uno en su lugar.

Pero, ¿qué pasa con el componente suerte, el factor racial o los condicionantes sociales? Los músicos negros tuvieron más dificil acceder a los estudios de grabación que los blancos.  Bueno, en realidad, cualquier aspecto de la vida era más complicado para un negro que para un blanco. Por tanto, ¿qué papel juega el destino, la fatalidad, el enigma o el oportunismo en todo esto? Hubo algunos que no quisieron formar parte de la historia, otros que, sin quererlo, lo hicieron. No son pocos los que lo consiguieron tras mucho esfuerzo. Hay quien incluso después de muerto, sigue reclamando su lugar. La historia, a veces, es caprichosa, y sobre todo si hablamos de jazz...


Según el crítico Joachim E. Berendt, la trompeta es el "rey de los instrumentos del jazz" no sólo por la cantidad de excelentes trompetistas, sino también porque en casi todos los conjuntos el músico que la toca es el que ejerce a su vez de líder. Louis Armstrong, Dizzy Gillespie, Miles Davis, Chet Baker podrían ser algunos ejemplos característicos; de diferentes épocas y estilos. Pero vayamos más atrás. En Nueva Orleans la corneta - antecedente de la trompeta en la familia de los metales de bronce- era uno de los instrumentos más populares en desfiles callejeros, picnis o celebraciones fúnebres. Su timbre brillante y su sonido potente no podían rivalizar en volumen con el resto de metales.

Además como ya apuntamos en su momento, tras la Guerra de Secesión, muchos instrumentos de viento de las bandas militares quedaron sin dueño y fueron a parar a músicos negros a un precio asequible. Los criollos, siguiendo la tradición francesa, se decantaron fundamentalmente por el clarinete y el piano. Pero fue la corneta el instrumento que definió la transición del ragtime al jazz. Tal vez porque era mucho más fácil de transportar que el piano.

No es casualidad, a su vez, que el considerado primer músico de jazz, Buddy Bolden, fuera cornetista. Bolden se erige como piedra angular de una generación de cornetistas de Nueva Orleans que, a través de un proceso complejo e indescifrable, evolucionaron de los sonidos primitivos de bandas, marchas, ragtimes y minstrels al jazz, siendo Louis Armstrong el colofón final. Gracias a una serie de recursos estilísticos e innovaciones, estos cornetistas pioneros conformaron un lenguaje musical propio, aún incipiente y titubeante, pero que, con el paso del tiempo, se convirtió en uno de los estilos más destacados del siglo XX. Unos han entrado en los libros de historia, otros lamentablemente, se han quedado por el camino, silenciados y olvidados. Por ello, nuestra intención, no es más que rendir a estos últimos un modesto homenaje.

La banda de Buddy Petit (centro) en 1920

¿Quién fue el rey?

"¿Fue King Oliver el mejor cornetista del primer jazz de Nueva Orleans?", se pregunta Ted Gioia en su Historia del jazz. No era el más imaginativo melódicamente ni el más diestro en lo que a técnica se refiere. Pero no existen evidencias concluyentes; cuánto más se adentra uno en la cuestión, mas incógnitas y contradicciones encuentra. "Todo el mundo ha oído hablar de Oliver o Armstrong, pero pocos conocen a Mutt Carey, que podía estar a la altura de Oliver". Sin embargo el propio Mutt consideraba a Freddie Keppard como el 'rey de Nueva Orleans', porque encandilaba a toda la ciudad con su sonido. Para Jelly Roll Morton, Keppard era el mejor trompetista, aunque hablaba de Manuel Perez, como el más destacado entre los cornetistas criollos. Entre los músicos de la época, por el contrario, Bunk Johnson se había ganado una buena reputación, como heredero de Bolden. Otros intérpretes de esa generación, sin embargo, situaban a Buddy Petit como el más visionario e influyente. Si nos referimos a popularidad Oscar 'Papa' Celestin, cornetista y director de la Original Tuxedo Orchestra, no tenía rival por su cautivadora personalidad escénica. La lista podría no acabar nunca, por lo que vamos a intentar poner un poco de orden en esta maraña de nombres.

La Santisima Trinidad de cornetistas relevantes de Nueva Orleans -como ya hemos citado en numerosas ocasiones- son Buddy Bolden, King Oliver y Louis Armstrong. Los dos primeros autoproclamdos con el título de 'Rey', el tercero, Rey del Jazz, con mayúsculas y sin matices, más allá de títulos nobiliarios. Exceptuando Bolden -la mitología del jazz habla de un famoso cilindro que jamás fue hallado-, Oliver y su discípulo Armstrong dejaron numerosas grabaciones en vida. En el caso de King Oliver, se torna complejo adivinar si los discos que grabó en la década de los 20 con su Creole Jazz Band, reflejan fielmente el sonido de Nueva Orleans. Es de suponer que tocaba igual en 1916 que en 1923 cuando empezó a grabar en Chicago. Pero hay matices que pueden marcar la diferencia. Lo que parece incuestionable es que resulta la aproximación más cercana que tenemos al verdadero sonido del primer jazz. Con Armstrong no existe lugar a dudas. Él fue el creador, como apuntamos en 'el blues del final del Oeste'. Pero todo innovador tiene sus influencias. Damos por hecho que la principal fuente de inspiración fue King Oliver, pero el biográfo James Lincoln Collier destaca tres figuras que pudieron ser decisivas.

La Santísima Trinidad no oficial

Freddie Keppard
Freddie Keppard, Bunk Johnson y Buddy Petit pertenecen a una generación, a medio caballo entre Bolden y Armstrong, que no dejó grabaciones (por lo menos en su etapa inicial, ya que posteriormente grabaron intentando emular el brío de antaño con resultados contradictorios). Según el musicólogo e historiador Gunther Schuller, producían "un tipo de jazz muy superior al promedio en la década anterior a los comienzos serios de las grabaciones de jazz". De entre los tres, llama atención el motivo por el que Freddie Keppard, con total seguridad el mejor dotado musicalmente, pasó a la historia. Pudo ser el primer músico en realizar una grabación de jazz. Pero la rechazó. En 1916 la compañía Victor propuso una sesión de estudio en Nueva York a la Original Creole Orchestra de Keppard. Por miedo a que pudieran copiar su estilo, la declinó y convenció al resto de miembros de la banda para rechazarla. Unos meses más tarde, otro cornetista, blanco esta vez, Nick La Rocca, junto a su banda, la Original Dixieland Jazz Band, escribieron su nombre en la historia del jazz, como los primeros en grabar un disco.

Keppard recogió el testigo de Bolden y en cierto modo lo superó. Según Jelly Roll Morton era el músico más profesional de todos los que había en la ciudad. Su potente sonido de corneta podía oírse en bandas como la Olympia. Fue uno de los primeros en abandonar Nueva Orleans, alrededor de 1911. En ese período viajó por todo el país en shows de vaudeville y espectáculos minstrel. A mediados de los años 20, ya en Chicago formó parte de la mencionada Original Creole Orchestra, otra agrupación deudora del sonido Nueva Orleans. Allí empezó a aparecer en grabaciones pero su estilo ya estaba muy deteriorado por los efectos del alcohol. De hecho murió en Chicago, en 1933 totalmente alcoholizado. Nunca sabremos qué hubiera dado de sí su carrera si hubiera aceptado ser protagonista de esa histórica sesión.

Bunk Johnson
Algo parecido ocurrió con Bunk Johnson. Lo único que en este caso nadie le ofreció una primera oportunidad. Bueno, según él mismo relató años después, su gran privilegio fue tocar al lado de Buddy Bolden (esto nunca se pudo demostrar). Dos años más joven que él, se dice que Johnson le desbancó, aunque hay que tomar con cautela estas afirmaciones. De joven se le podía ver interpretando blues en los barrelhouses. Lo que sí está comprobado es que tocó en las mejores orquestas de Nueva Orleans, como la Excelsior, y en diferentes agrupaciones de minstrel. Su estilo no llamaba la atención especialmente. Era sobrio, rígido en la rítmica y carante de espectacularidad.

En 1914 abandonó definitivamente la ciudad que le vio nacer.  Su carrera musical no destacó especialmente. En 1937 los autores del libro Jazzmen, Frederich Ramsey y Charles Edwards, le redescubrieron en Lusiana, donde se dedicaba a recolectar azúcar. Fue en ese momento cuando la figura de Bunk Johnson adquiere notoriedad exagerada, como testigo directo de los inicios del jazz. Pero parece que sus reconstrucciones históricas tenían más de imaginación que de veracidad. Su fama de mentiroso no le impidió realizar algunas grabaciones en Nueva York, donde hizo todo lo posible por recuperar el estilo de sus comienzos. Tal vez la corneta de Johnson sea lo más parecido al modo de ejecución de Bolden. En la reconstrucción del jazz tradicional jugó un papel protagonista aunque tuvo algunos desvaríos como afirmar que fue el maestro de Louis Armstrong, cosa que el propio Armstrong se afanó por desmentir.

Buddy Petit
Mucho más misterioso y con menos repercusión que Keppard y Johnson, encontramos a Buddy Petit, un criollo negro, que muchos consideran como el mejor de su generación debido a su virtuosismo. Marcó el camino del jazz de Nueva Orleans, pero apenas se ha escrito nada sobre él. Se sabe que nació en una choza de un barrio humilde al norte del Lago Pontchartrain. Un músico coétaneo lo definió como "un hombre de color chocolate de extraños ojos grises que ceceaba en su forma de hablar y que era un completo bebedor, pero buen tipo para trabajar con él". Sonaba muy parecido en el tono a Louis Armstrong, a pesar de que no llegaba a notas muy altas. Testimonios señalan que llegaron a tocar juntos. Otro músico de su época llegó a asegurar que poseía mejor digitación que Louis y que era el trompetista más conocido y querido de todo Nueva Orleans. Solía tocar en los entierros de las sociedades fraternales negras y en diferentes bandas callejeras. Exceptuando una breve incursión en Los Ángeles para acompañar a Jelly Roll Morton, apenas salió de Nueva Orleans. King Oliver lo intentó invitándolo a tocar en Chicago, pero Petit nunca aceptó. Los historiadores creen que si se hubiera ido de Nueva Orleans habría alcanzado más reputación que otros de su generación. Murió en 1931 sin dejar ninguna grabación.

La retaguardia

Manuel Perez
Si Keppard y Johnson estaban cerca de la sonoridad de Bolden, Manuel Perez  provenía de la tradición de músicos criollos como Sidney Bechet. Descendiente de cubanos, Perez compaginaba la fabricación de cigarros con la corneta. Tocaba en la Imperial Band, según Morton, la mejor banda de la época en Nueva Orleans. Morton y Perez actuaban juntos en los vagones de tren para anunciar el baile de la noche. Perez tenía musicalidad, Keppard potencia y Oliver una combinación de ambas.

Papa Celestin
Pero en lo referente al carisma Oscar 'Papa' Celestin se llevaba la palma. Estuvo durante 44 años al frente de la Tuxedo Brass Band. Su éxito tuvo que ver más con su personalidad arrolladora que sus capacidades musicales. No sabía leer partituras y a menudo dejaba en manos de un segundo cornetista los solos y pasajes más complicados. En 1925 grabó para el sello Okeh, donde prima la orquestación sofisticada sobre la improvisación, a diferencia de los avances que ya había introducido Armstrong. A partir de los años 40 disfrutó del reconocimiento como uno de los grandes del jazz de Nueva Orleans, aunque su técnica nunca se pudo equiparar a cualquiera de las dos santísimas trinidades.


Mutt Carey
A Mutt Carey hay que atribuirle el mérito de ser primero en utilizar una sordina en la corneta. Al mismo tiempo representa el estilo de Nueva Orleans previo a los años 20 de manera más elocuente y pura. Aún así no ha sido del todo reconocido. En su mejor momento, tan sólo se le puede escuchar en una única grabación, 'Ory's Creole Trombone' una tosca pieza del Kid Ory, repetitiva y áspera donde destaca por encima de todo el solo de corneta de Carey, elegante e imaginativo. Luego, durante los años 40 volvió a realizar grabaciones, pero había estado inactivo tanto tiempo que resultaron decepcionantes.

Para concluir -aunque nos hemos dejado muchos otros en el tintero- es de justicia hacer una mención especial a la Sam Morgan Jazz Band porque rara vez se les cita en los libros de jazz. En 1927 el trompetista Sam Morgan al frente de su banda de nueve componentes realizó una serie de grabaciones donde despliegan un exquisito swing a la manera de la vieja época. Es una música sencilla pero alegre y serena. La peculiaridad radica en que se grabó en Nueva Orleans, por músicos oriundos que no habían emigrado, por lo que hoy por hoy, es de los pocos ejemplos, por no decir el único, del auténtico estilo de Nueva Orleans. El historiador Samuel Charters reconoce que son "las únicas grabaciones de un conjunto de Nueva Orleans de primera línea tocando en un momento bueno de su carrera".











"Nothin' doin', boys. We won't put our stuff on record for everybody to steal", Freddie Keppard.

[No hay nada que hacer, muchachos, no vamos a grabar nuestro material en un disco para que todo el mundo nos lo robe]

"King Bolden and myself were the first men that began playing jazz in the city of dear old New Orleans", Bunk Johnson

[El rey Bolden y yo fuimos los primeros que empezamos a tocar jazz en nuestra vieja y querida Nueva Orleans]

Bibliografía:

- El jazz. De Nueva Orleans a los años ochenta. Joachim Berendt. Fondo de Cultura Económica. 1962.
- El jazz, sus raíces y su desarrollo. Gunther Schuller. Victor Lerú. 1973.
- Jazzmen.  Frederich Ramsey Jr., Charles Edward Smith. Harcourt, Brace and Company. 1939.
- Louis Armstrong: an American Genius. James Lincoln Collier. Javier Vergara Editor. 1983.
- Historia del jazz clásico. Frank Tirro. Ma Non Troppo. 1993.
- Historia del Jazz. Ted Gioia. Turner. Fondo de Cultura Económica. 1997.

Referencias:

- Biografías de los músicos nombrados en Red Hot Jazz Archive.

9 comentarios:

  1. Entré acá y encontré un excelente artículo sobre el Cruce de Caminos. Este último post me encantó.
    Personalmente el jazz de Nueva Orleans es un jazz muy diferente al de Chicago y tiene su estilo único.
    Hoy aprendí muchas cosas. Voy a seguir visitándote.

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    1. Hola Pedro Alejandro, bienvenido!!! Muchas gracias por pasarte por aquí. Espero que lo disfrutes. Un abrazo

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  2. Voy Camino al trabajo, y me encuentro con tu pagina. Siempre es grato leerte y aprender.
    Buen dia Manu!!

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  3. Muy interesante descubrir todas estas figuras históricas del jazz que quedaron eclipsadas por los grandes astros... Es de agradecer que alguien les rescate, aunque sea para ilustrar a una profana en la materia, que hasta hace nada solo pensaba en la corneta como instrumento castrense.
    Gracias, Grooveman :)

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    1. Muchas gracias, Isa. No te creas, en aquellos años tenía su relación con lo "castrense", así que no ibas tan desencamina... ;)

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    2. Culturilla general que tiene una ;-)

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  4. LO reconozco, aqui estoy perdido ya, pero tus artículos me ayudan mucho, y me hacen entender muchas cosas. Cuantos talentos perdidos por falta de oportunidades, cuanta música por descubrir...
    En cuanto a cornetistas, reconozco que no me parecía un instrumento muy glamuroso, pero hace años alguien me hablo de un tal Nick LaRocca, me introdujo en todo un mundo, de ahí pasé a Bix Beiderbecke...pero poco a poco me dejé llevar por el clarinete, la trompeta....hasta que descubrí el jazz guitar, en especial al famoso gitano de la mano tullida y mágica...
    Un saludo, y esperando más!

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    1. Muchas gracias, Sebas! Este artículo era un pequeño homenaje a esos que no grabaron nunca. Me alegra descubrirte cosas. Lo de Django es harina de otro costal, como suele decirse... ;) Habrá que dedicarle el tiempo que merece...

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